Pasamos unos días espectaculares, salíamos a caminar juntos, luego, con solo mirarnos, nos separábamos para hacer el amor, en distintos lugares, al amanecer en la playa, en los bosques cercanos, en las dunas, en el departamento, en fin, en todo lugar bonito, en el que ambos cediéramos al apremio reciproco y donde nos sorprendiera la inspiración, como lo hicimos aquella primera vez y con una pasión, que el transcurso del tiempo y las circunstancias cada vez mas insólitas, iban profundizando y enriqueciendo.
Solíamos hacer tres comidas juntos, en donde hacíamos largas conversaciones de sobremesa, contando anécdotas, como aquella, en que pensaba que Clara, podía ser algo mas que mi secretaria, Santiago, se reía mucho con esta, haciendo señas que me iba a boxear, apren-dimos a ser amigos, todo iba de maravilla, Paola y yo, el sol, la luna, la arena, el mar, silencio y paz, azul, verde, gris, luz, música, amor, nosotros, afianzando nuestra relación, dándonos cuenta que éramos el uno para el otro, solíamos tener nuestras pequeñas discusiones, estas eran por lo general, generacionales, no era mucha la diferencia de edad, pero en algunos aspectos, se notaba, siempre lo arreglábamos haciendo el amor, que cada vez era mejor. Clara y Santiago, eran pareja de así dos años y se conocían bien, por lo que apenas discutían: Hasta que llego el momento de volver, estábamos preparando los bolsones y cerrando el departamento, cuando sonó el celular de Santiago, atendió Clara, sorprendida del hecho.
- Hola.
- Hola, buenas tardes, ¿Usted es Clara?
- Si ¿Y usted, quien es?
- Un amigo, por favor me puede pasar con Santiago Reyes.
- Santi…. atendé, es un hombre que quiere hablar con voz.
Santiago, que estaba cerrando las ventanas traseras, se aproximó, atendió, mirándonos, en especial, a Clara, haciendo señas de que no sabía quien podía ser.
- Hola.
- Hola Reyes, le habla el Comisario Inspector Constanzo ¿Oyó hablar de mi?
- Si señor, es el jefe de la División Drogas Peligrosas.
- En efecto, me gustaría hablar con usted en mi oficina, como la pasaron ustedes cuatro, yo creo que bien, lo espero mañana en mi oficina, a las doce, así tiene tiempo de descansar y si el doctor Guille, quiere venir, mejor, hasta mañana, salúdeme al doctor, adiós Reyes.
- Adiós señor, nos vemos mañana.
Clara, que no se había perdido nada de la conversación, al escuchar lo de drogas peligrosas, puso mala cara y ni bien él corto. Comenzó a preguntar y gritar, en tono de reproche.
- ¿Quién es esa persona? ¿Que es eso de drogas peligrosas? ¿Qué pasa? Todavía no regresamos y ya están metidos en problemas.
Esto lo iba diciendo, mientras nos miraba a ambos; Paola no hablaba y daba la impresión de no respirar, mirando a Clara, sin pestañear, era la primera vez que la escuchaba gritar, sin saber porque, se puse en el acto de parte de ella -preguntando, con voz alterada.
- ¡Si! ¿Qué es lo que pasa?
- Me parece que las mujeres, se alzaron en revolución Santiago -dije yo- y como aquí, el abogado soy yo, saldré en nuestra defensa, les voy a contar algo que no saben y que Paola me preguntó, el día que salíamos hacia aquí: Fue el día que presente los escritos en los tribunales, después de hacerlo, tuve un encuentro con ese señor que acaba de llamar.
Y a continuación relate el encuentro con los policías y el viaje a Mercedes, explique la propuesta de infiltración en la banda de narcos, para identificarlos, pero no dije nada de los micrófonos, fue para no echar mas leña al fuego.
- Entonces, este viaje -dijo Clara furiosa- fue como la mejoría antes de la muerte.
- ¿Cómo es que no nos contaste algo antes? Guillermo -Preguntó Paola.
- Paola, no les quise contar, para que lo pasáramos lo mejor posible, sin pensar en el regreso, ya tendríamos tiempo de analizar lo que estamos por hacer ¿Qué te dijo el jefe? Santi.
- Que me esperaba mañana en su oficina, al medio día y si era posible, contigo, también te mando saludos.
- Aclarado este punto y estando todo en orden, propongo que vayamos saliendo -dije preguntando- ¿Quién quiere manejar?
- ¿Puedo ser yo? -pregunto Paola, zalamera- Mucha práctica no tengo, pero como el autito algún dia será mío, quisiera ir tomándole la mano.
- Si tiene la licencia al dia, mi voto ya lo tiene, que les parece a ustedes ¿Pueden confiar en ella?
- Probemos Guille -dijo Santi- después de todo, el auto es tuyo.
Clara, asintió con la cabeza, todavía se encontraba molesta, por llamada recibida, por Santiago, le daba mala espina, tal vez por la experiencia que tenia, en leer las caras de las personas, de tanto ir por los tribunales, había adquirido ese don, el de conocer a las personas por la expresión de las mismas y la de Santiago, fue de preocupación y sorpresa, en cuanto corto la llamada.
Mientras Clara se preocupaba por la cara de Santiago, yo me dirigí a Paola, diciéndole.
- Aquí tenes las llaves, con estas son tres, las que tenes mías, la de mi corazón, la de mi casa y las del auto y como, "la felicidad consiste en permitir que todos los sucesos sucedan" vamos y que la virgen del buen viaje nos proteja.
Los cuatro, reímos mi ocurrencia. Paola lo hizo apretando mi mano, agradeciendo una vez más, la confianza depositada en ella y las palabras que tenían que ver con nuestra relación.
El viaje fue tranquilo, volvimos por donde habíamos ido, la ruta larga no es transitada, por lo cual le resultó mas fácil ir tomándole la mano al auto, Paola, conducía respetando todas las reglamentaciones previstas por la ley. Al principio, conducía algo tensa, luego, comenzó a relajarse, al darse cuenta que ninguno de los tres, venia pendiente de su manejo, solamente, veníamos hablando, de lo bien que la habíamos pasado, esperando repetir la experiencia. Como no habíamos cenado, a la madrugada, paramos en un bar-almacén, de San Miguel Del Monte, de esos que usan las personas madrugadoras del campo, para desayunar, donde pudimos pedir unos café con leche con pan y manteca.
- A falta de factura -acotó Santi- que bueno, esta, este pan con manteca.
Las mujeres, comieron como si esto fuera el mejor manjar del mundo, las dos, no tenían el problema de asimilación que tengo yo, que debo cuidarme en las comidas y hacer mucha gimnasia. Cosa que desde que apareció Coti por el estudio, había dejado de lado, Santiago también comió lo suyo y comentó en relación a mí.
- Viste como se tiene que cuidar Paola, lo mismo que hizo con las comidas en la costa, que te dije el otro dia, eso es síntoma de vejes ¿No estará tomando comprimidos de taladafilo, para tener sexo?
Paola, sonriendo y sonrojada, salio en mi defensa, contestando.
- Creo que no le hacen falta, porque en ese aspecto, esta hecho un toro, también es un buen maestro.
- Vez que te dije Santiago, talvez deberías tomar esas pastillas vos, ese es mi jefe, ¡Bravo! Tres hurras por el abogado.
Todos reímos la salida de Clara, ya éramos íntimos, esto fue lo que mas me gusto del viaje, además de haber fortalecido los sentimientos mutuos con Paola. Esta amistad que crecía en ellos, era como abrirle nuevos horizontes. Muchos años atrás, había leído un libro de un reconocido medico psicoanalista, en donde estaba identificado el sentimiento amoroso. La definición del amor según el escritor, era "El regocijo por la simple existencia del ser amado". Esto, significaba, que amar, es independiente, de que lo amado haga, diga o tenga, que el amor, no depende de que lo amado, este o no, a su lado, o se vaya, que cuando uno ama, no se aferra, no manipula, no presiona, que amar, finalmente, es la aceptación total del otro, disfrutar viéndole crecer las alas, para luego, disfrutar viéndolo volar, porque uno es quien ama, no quien lo ama.
Luego, seguimos viaje haciéndonos chanzas mutuamente y riendo a carcajadas, a Clara se le había pasado el enojo, de tanto vernos reír.
Estábamos despidiéndonos, ya en el frente del edificio, donde estaba el departamento de Clara, cuando vimos un móvil policial, que se aproximaba a nosotros, se paró a unos diez metros, de este, se bajo un suboficial, el cual vino, hacia nosotros, con paso cansino y titu-beante, como pensando que decir, al llegar a nuestro lado, se dirigió a Paola, saludando.
- Hola, buenas noches Paola, ¿La pasaste bien?
- ¡Si! ¿Pero que estas haciendo aquí? ¿Le pasó algo a mi hermana, a los chicos o a papa?
- No, todos están bien, estoy de recorrida normal, los ví venir y me acerque, preséntame a tus amigos.
- Mi cuñado Antonio, el abogado Guillermo De Padua.
Nos dimos las manos, él apretó la mía con fuerza y con las dos manos, Paola, continuó diciendo
- Santiago Reyes, un colega tuyo, de la federal y su novia Clara.
- Encantado de conocerlos -dijo con vos fuerte.
Estrechándole las manos a ambos, primero a Clara, luego a Santiago, en ese acto, vi como en forma disimulada y muy rápida, deslizaba algo en la mano de este, no preocupándole que nosotros lo viéramos, pero si que pasara desapercibido para su compañero.
- Bueno, fue un gusto haberlos conocido y como, todo está en orden, me retiro para seguir con mis obligaciones, Buena noche ¿Nos vemos luego Paola?
- Si Antonio -contestó ella con asombro.
- ¡Ah! Quédate tranquila, que tenes libre hasta mañana, lo arregló tu hermana con tu padrino y en cuando llegue a casa, le digo a ella que estas bien, adiós.
Antonio, volvió al móvil policial, como sin ganas, al pasar el coche delante de nosotros, saludo con un gesto, desapareciendo por la esquina.
Los tres, nos quedamos mirando a Santiago, mientras apretaba con fuerza, lo que le había dado Antonio, y que sin abrir la mano y agitando el puño, dijo.
- Suban unos minutos, así nos enteramos juntos de lo que hay aquí.
A lo que yo asentí, diciéndole a Paola.
- Bueno, cerrá el auto Paola, nos quedamos un rato, espero que tangas café Clara.
- Si -contesto ella- del instantáneo.
- Esta bien subamos.
Ya, en el departamento, Santiago abrió la mano, apareciendo un paquetito prolijamente hecho, lo abrió, adentro había una llave y un papel, doblado muy apretado, la llave, tenía un número gravado y el papel, estaba escrito con unos signos raros. Mientras Clara preparaba el café, nosotros nos fuimos pasando el papel y la llave, ninguno supo que podría significar aquello.
- ¿Qué podrá ser esto? Que es algo relacionado con el caso seguro ¿Pero que nos quiere decir Antonio con todo esto? -se pregunto Santiago- haber Paola, vos que lo conoces hace un esfuerzo para entenderlo. ¡Ah!... Por si no te diste cuenta, él, es el policía que me encontré en la plaza aquel dia.
- Si que me di cuenta, fue por la forma de reaccionar que tuviste, cuando te lo presente.
Ya venia Clara, con una jarra de humeante café, diciendo.
- No será como el que te gusta a vos Guille, pero nos ayudara a pensar, haber esas cosas.
Santiago las puso en sus manos, las dio vueltas y vueltas, luego, con suficiencia, dijo.
- La llave es nueva, eso, lo se porque mi papa era cerrajero y de tanto mirarlo, algo aprendí, en cuanto a los signos, me parecen conocidos, pero no logro recordar de que son.
Los cuatro, nos íbamos pasando las cosas, las mirábamos y las pasábamos de mano, cuando terminamos el café, Paola pidió, preguntando.
- ¿Lo podemos dejar para mas tarde? Estoy realmente cansada, por haber manejado tantas horas, lo que nunca había hecho y me gustaría irme a dormir, que les parece ustedes.
- Esta bien Paola -dijo Clara asintiendo-yo también estoy cansada y ustedes dos tienen que ir al centro, por qué no se acuestan un rato.
- Esta bien vamos Paola, Santiago, cuando estés listo para salir, me llamas, así me pasas a buscar.
- Si Guille, vayan y descansen algo, si pueden, esto se lo podemos llevar al jefe Constanzo, haber si puede hacer que alguien nos diga que son todos estos signos.
Dicho esto, nos acompaño hasta el auto, nosotros fuimos a mi casa, aunque a partir de ahora, debería decir nuestra casa, cuando llegamos, bajé del auto, para abrir el portón, Paola lo entro con mucho cuidado, la ayude a bajar, me abrazo diciendo.
- Gracias Guillermo, por estos bonitos días que pasamos juntos, los disfrute y mucho.
- Yo también los disfrute mucho, hacia muchos años que no la pasaba también en la costa. Ahora vayámonos a duchar y luego a dormir, si tu me dejas.
- Si, yo también quiero dormir ¡Por ahora! El dia no termina aquí, por la tarde voy a lo de mi hermana, arreglo con ella ir a visitar a mi papa; Luego podemos ir a cenar, a algún lugar bonito, si te parece bien.
- Esta bien, lo que no se es a que hora regreso del centro, pero a cenar vamos a ir ¡Pero con una condición!
- ¡Bueno! ¡Bueno! Ya se esta poniendo pedigüeño el señor abogado -dijo ella, sonriendo y preguntando- haber ¿Cuál es esa condición?
- Que la frutilla del postre la pongas vos.
- En todo caso, dirás juntos, porque mi postre favorito sos vos.
Nos pusimos a reír, contentos como dos chicos con juguetes nuevos. Luego del ritual sanitario, nos acostamos bien apretados, me desperté sobresaltado por el campanilleo del teléfono, era Santiago.
- Buen dia Guille ¿Estas listo? Clara duerme como una beba recién comida.
- Mi dios -le conteste con vos adormilada y culpable- me vas a matar Santi, pero me quede dormido, Paola también esta dormida, pero vos salí para aquí, que hago rápido, no te olvides las cosas que nos dio Antonio.
- En quince minutos estoy ahí -contesto él.
Para cuando llego, yo, ya estaba en la calle esperándolo, partimos hacia el centro, tomando la autopista, fuimos hablando de todo lo que habíamos pasado en estos últimos días, como queriendo no darle importancia a lo que nos podría llegar a proponer el jefe de Drogas Peligrosas. Casi llegando al departamento central de policía, lo llamo él, para decirnos que lo esperáramos en el bar - restaurante El Ebro, en la esquina de Belgrano y Entre Ríos, que buscá-ramos una mesa, alejada de las ventanas y de la puerta. Estacionamos el auto en un garaje, sobre Belgrano, nos dirigimos hacia el bar-restaurante, encontramos la mesa indicada.
Pedimos un aperitivo, como a los cuarenta y cinco minutos, llego él, solo y caminando, este era un hombre robusto, con una altura cercana a un metro noventa, con el cabello blanco, corto y peinado hacia atrás, su rostro varonil, que debía haber sido atractivo de joven, todavía tenia el cutis de su lejana juventud, bajo las cejas hirsutas y grises, sus ojos azul claro, miraban a Santiago con interrogación, como si le estuviera haciendo un test psicológico, comparando su presencia, con el excelente legajo personal que poseía. Saludo, sentándose en frente de nosotros, nos dijo el porque de habernos citado ¡ahí! Y no en su oficina, no quería que nos vieran juntos, si bien El Ebro era un lugar cercano a la división, donde él era el jefe, no era lo mismo que estar en su despacho.
Luego de pedir el almuerzo, comenzó la conversación en voz baja, clara, y precisa, se dirigió más a Santiago, que a mí, salvando las jerarquías, ellos eran muy similares, mentalmente y en lo físico.
-Como usted ya sabe Reyes, yo podría hacerlo convocar y así solo tendría que ordenar y no pedir, pero en este caso prefiero pedir, como lo hice con su amigo, el abogado aquí presente, por lo que le pido, que nos ayude a desbaratar esa banda de narcos, que opera en el municipio del oeste, donde ustedes viven y las distribuyen aquí y en el exterior.
- Si señor –contesto este - cuente conmigo para lo que crea conveniente, como usted sabe, estuve asiendo averiguaciones por mi cuenta, hasta que di con un policía que sabe mucho de esto, sin estar involucrado, justamente, él se apareció esta mañana, cuando llegábamos de la costa y nos dio esto.
Santiago, le alcanzó la nota y la llave, que nos había dado Antonio, él, las tomó sorpren-dido del hecho, miro la llave, la dejó sobre la mesa y se dedicó a mirar la nota, que tanto le había llamado la atención, luego dijo.
- ¡No! No se que significan estos signos, pero este hombre, debe tener mucho miedo de que lo descubran, para tomarse el trabajo de escribir así, indudablemente debe ser muy importante lo escrito aquí, me permiten sacarle un fotocopia y ver si descubro a alguien que lo descifre.
Los dos, asentimos con la palabra y la cabeza: Él continúo hablando en voz baja y pausada.
- Ahora, vayamos al grano con el pedido, que les voy hacer, quiero que se infiltren como futuros compradores y distribuidores de droga, que van a trabajar en la costa, por lo que va a servir el viajecito que hicieron de descanso, eso disipara algunas dudas, de las que puedan tener con ustedes, lo de las averiguaciones que hicieron, pasara como si solo estudiaran, como entrar en el negocio, por supuesto usted Reyes, debe autorizarme a modificar su excelente legajo, para que ellos se lo crean, en cuanto su amigo el abogado, deberá demostrar su cansancio de ser un recto defensor de la ley, que pasa un mal momento económico, lo que no es mentira, no es así De Padua.
- ¡Si! no están del todo bien las finanzas, tampoco estoy con la soga al cuello, pero un ingreso extra, no va venir nada mal, ahora que vamos a ser dos las bocas para alimentar.
- Perfecto -dijo él- eso va a venir de maravilla, lo felicito por su noviazgo, con la señorita Ramírez, tengo informes de que es una excelente persona, además muy bonita la muchacha ¿Espero que sea una relación seria y no un pasatiempo pasajero?
- ¡No! -casi grite yo- es lo mas serio que me pasó, desde que me divorciara y de eso hace ya mucho tiempo, como le dije en Mercedes, estoy muy enamorado de ella, y en cuando estemos libres de este embrollo, le voy a pedir que se case conmigo.
Santiago, me miró sorprendido y perplejo, por lo que había dicho, mientras el Comisario Inspector lo miraba diciendo.
- Vaya tomando nota Reyes, también usted debería blanquear la situación de pareja en la que esta, usted sabe bien, que la Institución no se mete, desde hace mucho en la vida de sus integrantes, pero no le gusta las situaciones de concubinato y piense lo que pierde en eso, dinero, obra social, seguridad, etc.
- Si señor, le prometo que lo voy a pensar -dijo evidentemente molesto, por la intromisión a su vida privada- podemos seguir con lo nuestro
- Bien, la propuesta es la infiltración de los buenos a la banda de los malos, como en "las películas policiales malas", con micrófonos incorporados para escucharlos y luego sacarlos de circulación por un tiempo. Lo importante aquí es hacerlo muy bien, para que ninguno de ustedes corra riesgo de que lo descubran, no debemos olvidar que los malos, están bajo la protección de elementos policías corruptos, que no sabemos quienes y cuantos son, podemos deducir que estos se pondrán violentos, con tal de que no los descubran; Usted Reyes tiene mucha experiencia en estas lides, pero nuestro abogado no ¡Así! Que lo va tener bajo su protección en todo momento, por sus parejas no se preocupen, que las vamos a tener controladas por mis mejores hombres y de absoluta confianza, las veinte y cuatro horas, ahora los dejo, la cuenta ya esta paga, voy a pulir los últimos detalles, para el éxito de la operación “limpieza”, adiós, nos mantendremos en contacto permanente.
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