Párese que hace siglos que ingrese en ese estado civil llamado viudez, y hay veces que párese que fue ayer, y en realidad hace nueve años.
Mi vida anterior a este fatídico hecho, estuvo llena de sabores y sinsabores, hechos complejos y atractivos, hechos atractivos y complejos, pero nunca fue desalentadora, para poder calificar a mi difunta esposa, debería dedicarle un tiempo muy extenso y no es mi intención en este escrito, basté decir para entenderla, que me aguantaba todas las veces que le salte sobre el alambrado, siempre que el salto fuera en función del deber y del honor hacia el trabajo, en mi vida laboral no hubo colores grises, siempre fueron blancos o negros, por momentos equivocados, por momentos brillantes, no siempre recorrí el mejor sendero, tampoco me arrastre por lodazales, este tipo de trabajo, hizo que acrecentara mis conocimientos como pisador de adoquines, siempre trate de pisar y vivir con la verdad, hecho que mi señora siempre supo valorar. Aprendí mucho de el, aunque venia con una buena base, criado desde muy chico en el partido de Vicente López, en donde su zona ribereña, llena de establecimientos no santos, con la facultad de ejercer las distintas funciones nocturnas para todo tipo de divertimentos, allá por la década del cincuenta, y la del sesenta, sirvió de academia de vida. (Zona difícil y dura si las hubo).
A menos de un mes del fallecimiento de mi señora y cargando el duelo sobre los hombros (Mas la desazón de no haber podido seguir su rumbo, ya que ese día, mi fiel amigo Jaime “El Gordo”, me lo impidió, apareciendo a una hora totalmente inusual para el y para mi), como si fuera una enorme y pesada bolsa… Partí hacia el lugar de residencia de mi hija, yerno y nieta. Una pequeña isla en el caribe, Puerto Rico, la mas pequeña de las grandes Antillas, asociada políticamente como estado libre a Estados Unidos, con el convencimiento de que la distancia y mi lejana familia, me ayudarían a pasar el mal rato que estaba pasando. ¡Así fue! Recibido con alegría, repartí sin que ellos se dieran cuenta la pesada carga y poco a poco fui saliendo de la mala jugada que me había preparado dios, tal vez por mis errores o equivocaciones, siempre a sabiendas de hacerlas con la convicción de que era lo mejor para la sociedad. Ese año, realice dos viajes a la pequeña y coqueta isla, durando mi ausencia en el país por varios meses, estos viajes, los realice con distintas compañías aéreas, “Avianca” con trasbordo en Bogota, Colombia. “Copa” con trasbordo en Panamá, en donde realice breves visitas al casco urbano de las dos ciudades.
Pasado un tiempo, ya de regreso en
La Argentina, comencé a darme cuenta que el peso sobre los hombros se hacia cada vez mas liviano, paso un poco mas de un
año, y el peso ya casi no se notaba, pero el dolorido corazón, seguía con su triste tic tac como si fuera un
reloj descompuesto dando mal la hora,
por lo que decidí hacerme otro viajecito, y veloz
como el roció deja la tierra humedecida por la mañana, partí hacia lo que pensaba seria el final de mi afligido duelo, confiado que en ese lugar lleno de misterios, sonidos y aromas diferentes, en donde el viejo y colonial mundo con
sus historias de conquistas, hacen una conjunción con el mundo moderno de primer orden, hiciera posible que volviera a ver que el sol volvía a brillar, y la luna con sus estrellas, iluminaran la noche nuevamente, poco a poco, con la ayuda de mi familla y de esta maravillosa isla, comencé a
lograrlo,
una mañana, subí a un medio de trasporte publico, una “Guagua”, en ella, encontré a la persona que sacaría en forma definitiva, el peso que llevaba sobre los hombros y dio el puntapié inicial para la
estabilización del tic tac de mi entristecido corazón.
Una mujer, agradable mujer de origen Dominicano, que se enfrasco en una amena conversación conmigo, gracias a mi tono bien Argentino al hablar, quedando en que la iría a buscar por la tarde a su lugar de trabajo, para luego, dirigirnos hacia algún lugar para dialogar y tomarnos unos tragos, ella, trabajaba o trabaja, en la zona del Viejo San Juan, zona antigua de la amurallada capital, fundada en el año 1521 por los españoles, ubicada sobre una pequeña isla, unida al continente isleño por dos modernos puentes que cruzan sobre la laguna de Condado, con una bella entrada al mar, su playa principal, llamada El Escambron rodeada de palmeras, posee una hermosa vista y una agradable inclinación al agua, que tranquila, ingresa al lugar gracias al espigón del fuerte San Gerónimo, construido en la entrada, para evitar la estrada de barcos enemigos y cortar las olas del a veces océano embravecido, porque el cielo, celoso de su azul intenso, descarga con bronca, vientos y aguaceros repentinos.
Visitar el Viejo San Juan, es como adentrarse en un antiguo cuadro bien cuidado de algún pintor famoso, lleno de color e historia, para conocer el Viejo San Juan, se debe dejar la guía turística en el hotel o donde uno este hospedado y buscar su propio recorrido, se debe caminar alternando los horarios para poder conocerlo y disfrutarlo a pleno, sus casonas antiguas pintadas con colores de tonos pasteles, con sus balcones de madera tallados a mano y sus antiguas farolas de hierro, las ventanas y puertas con sus rejerias artísticas y pintadas de negro o marrón oscuro, sus veredas angostas y empinadas callecitas adoquinadas, prestan y ocultan sus muchos secretos, y uno, debe buscar con ahínco para encontrarlos, no todo se ve de la misma manera, paseando por la mañana, tarde o noche, la magia del pasado, se muestra en forma ilusoria, por lo que se debe buscar con ganas y con dedicación, para gozar el paseo que uno desee conquistar, sus altas murallas y fuertes, lo llevan a uno, al momento de un ataque filibustero y a una defensa encarnizada, la isla, combina la mística del colonialismo español, con el confort moderno del primer mundo, sus museos y plazoletas antiguas lo llenan a uno de espíritu conquistador. Mientras realizaba una extensa visita a la ciudad amurallada, caminaba ansioso para que las horas pasaran rápidamente, para llegar así al lugar deseado, en donde me esperaría la mujer con la que tendría la primera conversación, copa de por medio, desde el fatal desenlace que tubo la vida de mi señora. Llego la hora, y puntual como si fuera mi primera cita, con ese temor de principiante, a que ella saliera de su trabajo y no me encontrara, para luego desaparecer de mi vida sin saber donde hallarla, pero no, hay estaba, cimbreante como un junco solitario, con un pintoresco flequillo arremolinado sobre la frente con su cabellera larga y negra, removida suavemente por la clásica brisa que circula por las calles que nacen en el mar.
Nos saludamos con un simple hola, mas un leve y furtivo rose de nuestros labios sobre nuestras mejillas, ella fue la que decidió el lugar para el dialogo y los tragos, el lugar elegido, fue un pequeño barcito sobre la calle San Sebastián, bien arriba y lejos de la zona del trabajo, el ron Bacardi, oriundo de la isla, se convirtió en el trago elegido por ambos, ella, Dorado de 8 años con refresco de cola fría, yo, Negro Superior, doble y solo. Copa de por medio, comenzamos a comentarnos nuestras vidas, yo mi cercana viudez, ella su reciente separación, mas tragos, mas soltura de lengua, al rato, nos tocamos y besamos algo mas intensamente, yo, todavía como chico de colegio, ella comento que me entendía, debíamos darnos tiempo, seguimos con el ron, el dialogo se volvió bien ameno, los tragos estaban haciendo efecto y soltaban nuestro instinto conquistador sobre el sexo opuesto.
Ella, pidió un breack, para hablar con la madre y avisarles a sus hijos, que iba a llegar mas tarde de lo acostumbrado, eso, lo decidió con el último trago, luego, propusimos ir a caminar un poco por el Parque de las Chiringas (Barriletes) del fuerte San Felipe del Morro, antiguo fuerte construido por los Españoles en el año 1539 para la defensa de la ciudad, constantemente atacada por corsarios, Ingleses, Holandeses, Franceses y piratas independientes, de pronto y mientras las sombras de la noche caían sobre nosotros, susurre, mirándola suavemente y con ternura, amémonos con los ojos abiertos, ella, se acerco a mi apretándose con fuerza sobre mi costado izquierdo, el corazón dio un brinco e instintivamente reacciono, por lo que tomándola de la cintura, la apreté contra mi pecho besándola con fuerza y apasionadamente, ella devolvió el beso, dejándome casi sin aliento, bajito y al oído, comento que desde que se había separado, yo era el primer hombre en su vida, ella ya sabia lo mismo de mi, por lo que fuimos haciéndonos fuertes caricias, la brisa nocturna proveniente del mar, calmaba en algo el ardor interno que removía nuestro interior, provocando la mesura necesaria como para no terminar revolcándonos en el pasto del parque, donde tantas y tantas veces, este, había sido pisoteado por enemigos invasores y habitantes del lugar.
En este fogoso trance, decidimos ir a algún lugar algo mas cómodo para ambos, tomados de la mano, subimos a un taxi que por casualidad pasaba por el lugar, como si nos hubiera estado espiando, para llegar en el momento justo de necesitar sus servicios, bien acomodados y juntos en el amplio asiento trasero del antiguo, pero bien cuidado carro, pregunté donde podíamos estar unas horas tranquilos, el chofer, solicito y tal vez
dándose cuenta de nuestra urgencia física,
nos explico que nos convenía ir a un hotel de pasajeros, ya que las hosterías de la zona quedaban muy lejos para ir sin carro propio, nos alojamos en una excelente
habitación de un hotel de la zona de Condado y cercano a su
laguna, hotel elegido por nuestro casual chofer, según él, escondido de las miradas que invisiblemente nos perseguían, pasamos la noche dándonos tratamientos especiales, los dos quedamos extenuados y abrasados en un revoltijo de sabanas y almohadas, provocado por nuestro intenso frenesí sexual, felices por nuestro encuentro de esa mañana en
la Guagua, luego del agradable tiempo pasado juntos, desayunamos en el bar y nos despedimos como si fuéramos dos amigos que no se veían desde hace mucho tiempo, nos dimos un ultimo y sigiloso beso y cada uno se dirigió a su domicilio. Mi hija hizo un berrinche, por el faltazo nocturno, pero era lo normal, estaba preocupada por el padre. Esther, que así se llamaba la mujer de
la Guagua, esa noche, perdió la virginidad
de lo que a sus casi cuarenta años, nunca se imagino que pudiera ser tan placentero y excitante, en cuanto a mi, ella me arreglo el reloj descompuesto y a partir de esa noche, todo volvió a la normalidad, el corazón, volvía a dar la hora con exactitud, Esther no volvió a encontrarse conmigo, pero a raíz de ese fortuito encuentro, hubo muchas mas Esther en mi vida, tanto en Puerto Rico como en La Argentina, dejando atrás esa hermosura de isla que tanto bien me había hecho, partí de regreso un día por la tarde, llegando a mi país de origen
por la mañana del día siguiente.
Mi vida volvía a ser
normal, con algunos bajones, pero estos, bien medicados, pasaban rápidamente al olvido. Había dejado la bolsa y arreglado el reloj en el Caribe, deje la viudez a los dos años y pico de suceder, ¡No es que me haya olvidado de mi señora! Si no que ella, me mando un mensaje con Esther, diciendo que debía seguir mi vida, sin olvidarla, pero seguir adelante, así fue pasando el tiempo, hasta que decidí volver a Puerto Rico, mi regreso a
La Isla del Encanto o Borinquen, el paraíso terrenal como la llamaban sus originarios habitantes, fue la cura total a mis aflicciones, estaba todo en orden, de a poco, fui conociendo esta maravilla de isla, en mis largas y aventureras caminatas, descubrí una pequeña playa, bautizada por mi, como “Playa Oculta”,
con arenas blancas y suaves, en donde el sol se recostaba suavemente, cuando
ansioso, quería sumergirse en las aguas azul verdosas que rodeaban la
isla, esta playa, se convirtió en una de mis preferidas, de difícil acceso y rodeada de grandes arbustos, que la mantenían alejada de ojos curiosos,
lo suficientemente alejada de los lugares tradicionales, como para poder
tomar baños de sol desnudo, y con el reloj arreglado, iba acompañado por la boricua de turno, rescatada de las profundidades nebulosas de los barcitos de la calle Loiza, en pleno barrio de Santurse, barrio antiguo de tahúras y malevos, descendientes de indios Tainos y negros esclavos de la época de los conquistadores españoles, “Gente brava si las hay en Puerto Rico” también disfrute a pleno a mi familia, hasta que tuve que volver a la argentina, lo hice
a reganientes, pero se me acababa el permiso de estadía. Al año siguiente, luego de varios meses a full, usando
La Compañía American Airline con trasbordo en Miami, volví para mi cumpleaños y el de mi nieta, somos ambos del signo de “Leo”, pleno verano en el hemisferio norte, pensando en pasarla lo mejor posible. Pero ese año, la conocí a “
ELLA”, ¡Si! ¡Así! En negrita, mayúscula y entre comillas Un halo de misteriosa luminosidad a lujuria la cubrían por completo, su boca, de labios rojos, bien delineados y llenos, hacían
de marco altivo y vistoso a dos hileras de dientes blancos, medianos y parejos, entre estos, se mostraba coqueta la puntita de su sonrosada y excitante lengua, sus ojos, enmarcados por largas pestañeas, oscuros como el fondo de las fosas oceánicas, rechazaban el reflejo de las luces convirtiéndolas en pequeñas e hirientes astillas negras, para los ojos de quien osaran desafiarla. Mi corazón, fibrilo con fuerza dejándome sin aliento y sin poderme contener, aspire con
fruición las feromonas que despedía su cautivante y cimbreante cuerpo moreno, enfundado en una larga y colorida solera dejando sus hombros y espalda al desnudo, hasta algo mas allá de la línea imaginaria de su delgada cintura, que ajustada a su torso, resaltaba aun mas sus insinuantes curvas, de pechos altos, prietos, redondos y medianos, las manos pequeñas de dedos largos, llenos, las uñas en ellos, largas y rojas, engarzadas cual rubíes en exquisitas joyas, sus pies, elegantes y bien cuidados, estaban calzados con
finas sandalias doradas, con altos y finos tacos,
haciendo
juego con sus morenas y esbeltas piernas. Quede hechizado en cuerpo y alma
por esos ojos de encanto y ese halito vertiginoso de lujuria y desenfreno, que desafiante, se mostraba para quien quisiera abordarla. En el acto, me di cuenta que esa mujer seria mi maldición, que el hado que todo lo sabe y todo lo puede, la puso delante mió, para que en el futuro fuera un nuevo castigo y la perdición de mi vida recientemente recuperada. Esa mujer mexicana, obnubilo todo mi ser, ella, se fue adueñando de mi, ocupando dentro mió todos los espacios vacíos, desparramándose en mi interior y quemando mis entrañas, como si fuera ardiente lava volcánica recién expelida por una falla geológica. Esto, iba hacer que en el futuro, perdiera el equilibrio necesario para la vida y el rumbo que había recuperado, ella
, era desbordantemente maravillosa, se la viera por donde se la viera, y yo, hechizado, caí embelesado a sus pies besando con devoción la sombra que dejaba al pasar, de a poco, fue aceptando mis escarceos amorosos, no tardamos mucho en pasar una noche en una cercana
playa, noche oscura de locura y pasión, en ese momento, en que fundidos uno dentro del otro formando un
único ser en pleno éxtasis, caímos en un abismo ardiente envueltos en un haz de luz brillante, en donde fuimos repetidamente a tocar la lejana y sonriente luna, luego del clímax alcanzado, prometimos volver a vernos. Pasados unos días y en sus momentos libres, fuimos juntos a la “Playa Escondida”, visita que se repitió mas de una vez, demostrando que la diferencia de edad en el amor, es a solo efecto demostrativo, por lo que yo, grave a fuego su nombre sobre mi pecho, ella, escribió el mió sobre la arena, pronto el mar borro el mío, el suyo, quedo grabado a fuego por siempre sobre mi corazón. Al partir de regreso a mi país pasado el tiempo del permiso dado por inmigración, apenas me pude despedir de ella con un leve rose de sus labios sobre los míos, en ese momento interregno, espacio de tiempo
entre la noche y el nuevo día, en ese momento crepuscular color caribe, entre
rosa pálido y levemente grisáceo, la vi por ultima vez. Luego de un agobiante viaje con mucho desgaste mental y ya en mi casa, un día y a una hora cualquiera, se produjo en mi mente un fuerte clic. ¡Comencé a extrañarla! La mente obnubilada, no respondía
nada mas que a sus recuerdos, le escribí
cartas,
le compuse versos y poemas, ella,
borro mi nombre de su mente, como borro el mar mi nombre escrito por ella sobre la arena ¡Otra ves de sonámbulo en el desierto! ¡Otra ves, ahogándome en un valle de lágrimas! ¡Adonde estaba el mar! ¡Adonde quedaron esos maravillosos días!
¡Adonde estaba aquel hombre, fuerte pisador de adoquines! ¡Adonde estaba yo! ¡Otra vez rodeado de fantasmas!
¡Fantasmas, de los que se alimentan de la depauperación humana! Mi afección Psicológica, afectada a la máxima potencia, mi segundo
intento fallido, (mientras todos me insultaban y gritaban en un paso a nivel, esperaba con ansia que un
tren terminara con mi suplicio, no fue así, por lo que sea, me corrí, no lo pude hacer) luego, comencé a salir con Gatos conocidos y desconocidos, invariablemente, terminaba llamándolas por su nombre, como si fuera ella
la que había estado conmigo, luego, su nombre y su imagen se convertían en cenizas y se desparramaban por el aire arrastradas por los vientos como si fueran pequeñas hojas secas en época de Otoño, después de satisfacer la necesidad física, no encontraba nada mas, todo se convertía en soledad y vacío, por lo que empecé
a espaciar las salidas, pasaron unos meses en donde le escribí de todas las maneras y todos los días, lastimoso, poético, suplicante, irritante, pase de ser un gavilán cazador de palomas, a ser una triste piltrafa,
hasta que un día, me llamo por teléfono, para decirme que se había casado. Mi vida destrozada, la pequeña ilusión que guardaba mi enfermo corazón, evaporada, como se evapora el agua hirviente en un recipiente a fuego fuerte, el bajón que se produjo en mi por la noticia recibida, fue calamitoso, indudablemente yo fui un experimento gozoso para ella,
perdida toda esperanza, solo supe emborracharme hasta perder la noción del tiempo, estuve en un estado
de letargo por varios días, hasta que un sábado por la temprana mañana, escuche por la radio, que en La Alianza Francesa se realizaría en forma gratuita, un festival teutónico de dos países de la antigua URS, festejando su ingreso a
La Unión Europea, con lunch, tragos y la proyección de una película recientemente estrenada en Francia, como en otras oportunidades la había pasado bien en La Alianza Francesa, decidí concurrir, para tratar de levantar el desparramado y pisoteado animo, por lo que me afeite, duche y vestido de negro, partí para el festival Francés. Ya en el, me encontré
bien atendido por elegantes y diligentes mozas, vestidas a la usanza de su país de origen, integrantes de las colectividades en Argentina, las que luego realizaron los bailes tradicionales de los dos países anfitriones, terminado el espectáculo, volví
al bar y a puro vodka me acomode en el, cuando se anuncio la pronta iniciación de la película, me dirigí nuevamente junto a los restantes concurrentes al micro cine, acomodado en el medio de una fila de asientos, espere con paciencia que comenzara la función, rogando que dos ancianas parloteadoras sentadas detrás mió se callaran, el vodka ingerido, comenzó a hacer un efecto adormecedor y tranquilizante, ya con las luces semi apagadas, tres mujeres de aproximadamente treinta y cinco o cuarenta años, elegantemente vestidas con gasas y tules transparentes, se asomaron por el descanso de la escalera central del mini cine, parecían “Tres Ninfas Dríades” entre las sombras producidas por las leves luces de la sala y el vapor mental que producían los efectos del vodka ingerido,
sobre mi cerebro… una de ellas, dio un rápido paneo por la sala y dijo en un bisbiseo. ¡Hay! ¡Al lado del apache francés! Escuche levemente la indicación
y con una sonrisa, me levante para dejarlas pasar, fue en vano, la que señalo el lugar se sentó a mi izquierda y sus amigas
a mi derecha, al principio, me ignoraron hablando entre ellas, conmigo de por
medio, yo insistí en dejarlas sentar juntas, a una seña de la de mi izquierda, las otras dos se negaron, dándome las gracias, que estaban bien así, indudablemente, la de mi izquierda, tenia alguna ascendencia sobre las otras dos, fuera laboral, edad o solamente superioridad dominante de hembra Alfa, se terminaron de apagar las luces y comenzó la película, era una comedia, en donde el galán, efectuaba fuertes escenas de sexo con distintas mujeres, sin llegar a ser pornografía, pero muy subidas de tono, ya que las escenas eran de sexo explicito, las ancianas parloteadoras comenzaron a dar leves insinuaciones de descontento, las mujeres sentadas a mis costados, exclamaban bajas voces de jubilo, intercambiando distintas opiniones, siempre conmigo en el medio, cualquier persona que nos observara, pensaría
que yo estaba con ellas, pero no, no era así, casi al fin de la película, la de mi izquierda preguntó. Nos acompañas a cenar cuando termine la película, yo, conteste que no podía, porque estaba escaso de fondos, las tres, rieron bajito pero con ganas, la de mi izquierda, dijo. Pero si no te decimos que tenes que pagar, todo va hacer gratis, vamos al salón de convenciones del Sheraton Libertador, el programa de televisión Gourmet, esta haciendo en él su reunión anual, no vamos a pagar nada y todo lo que sirven es buenísimo, las degustaciones de vinos son de lo mejor y hasta podemos ir a algún curso de cocina, de donde sos, yo vivo en Castelar y ellas en Bernal. Cauteloso y con el interior de la mente y los ojos
semi cerrados y a la defensiva, mientras mi corazón escuchaba los extraños ecos de amores lejanos. Conteste. En Ituzaingo (No en vano, dicen que el que se quema con leche, cuando ve una vaca llora) Ella, dijo, miren chicas es de mi zona, que bueno, así no tengo que volver sola y lo podemos hacer en tren, que hace mucho tiempo que no lo hago. Pregunte de que parte de Castelar sos y como volves siempre a tu casa, en remis y vivo en un departamentito cerca de la estación sobre la calle Arias, contesto la mujer interrogada por mi, para esto, ya había terminado la película, prendidas todas las luces, vi que las tres mujeres eran de singular belleza para mi gusto, y si, la de mi izquierda, no debía pasar por mucho los treinta y ocho años, las otras dos andaban pasando los treinta, y por muy poco, con recelo pregunte. Están seguras que no vamos a tener que pagar nada, a lo que las tres dijeron juntas, con voz dulce y suave. Ni la entrada si venís con nosotras ¡Acepte¡
Bueno, vamos, como quieren ir hasta Retiro, pregunte, pensando si debíamos tomar un taxi, las tres, dijeron, caminando, no esta lejos y la noche todavía no comienza, mientras teníamos esta conversación ya estábamos bajando las escaleras en dirección a la calle, luego comenzamos a caminar
hacia el bajo, por
La Avenida Córdoba, mientras comentábamos la película y lo bien que hacen las cosas los Franceses, ellas no conocían La Alianza Francesa que se encuentra al 800 de La avenida Córdoba y habían quedado satisfechas por el trato recibido, mientras conversábamos, llegamos a la calle florida, una de las
peatonales mas importante de
la Ciudad Autónoma de Bs. As. Hay, cambiamos el rumbo, girando hacia la izquierda en dirección de Retiro, así como nosotros giramos nuestro rumbo, ellas giraron el tema de la conversación y empezaron a preguntarme de mi vida y por qué vestía de negro, conteste que para mi era una cabala, para cuando estaba vajoneado, una de las de Bernal preguntó. Por qué estas vajoneado. A grandes rasgos les hice un pequeño relato de los últimos meses de mi vida, sin muchos detalles pero los suficientes para que me entendieran, la de Castelar me tomo del brazo y dijo. Yo me llamo Stella Maris Duran, mis amigas, Maria de los Ángeles y Luciana y vos como te llamas. Norberto pero a mi edad todos me dicen viejo, aunque sea un joven cercano a la tercera edad, las tres rieron mi salida, Stella Maris, dijo. Viejos son los trapos y los caminos de tierra y todavía levantan polvo, en mi interior me preguntaba, donde trabajarían, “que tenían ese no se que conocido” percibiendo en ellas, algo evanescente, como un suave aroma a almizcle, y por qué me eligieron a mi para acompañarlas. Lo de Gavilán había pasado de largo, ya no estaba para esos trotes de juventud alocada y eso que de esto, pasaron simplemente algunos meses, abandonada la peatonal, comenzamos a bajar por la plaza San Martín, cuando las tres comenzaron a corretear a mi alrededor, como si fueran tres chiquilinas de primer año, solo les faltaba arrojarme papel picado para convertir ese momento en un carnaval, esto me dio la pauta de lo que querían era que
levantara el animo, con fuerte voluntad lo hice, y comencé a corretearlas por el inclinado parque, la luz del atardecer nos sorprendió en ese inocente e infantil juego, llamado, “Mancha Venenosa”,
hasta que agotados, nos echamos sobre el pasto boca arriba, charlamos de todo un poco. Gustos de ellas y míos, música, comidas, deportes, viajes, política, lectura, cocina, etc. cuando les explicaba el porque de mi gusto por la música cantada en ingles (Siempre pensé que a la voz de los cantantes, hay que escucharla como si fuera un instrumento musical y no tratar de entenderla)
Stella Maris, aclaro que también ella era de mi forma de pensar y que teníamos una personalidad parecida con muchas cosas en común. Por lo que dije, yo pienso y estoy convencido, de, que tal cual lo hace un arquitecto de gran prestigio y sapiencia.
“Que la luz”, es diferente según el lugar en que la estés mirando, la cuestión es saber capturarla y poder guardarla en el corazón para que sepa iluminar tu vida, estés donde estés y aquí me ven, con la luz
apagada y en plena soledad, solo me preguntó. ¡Si la vi! ¡Si la bese! ¡Si la ame! O solo fue un sueño o un espejismo, y que
ahora se ha desvanecido en este mundo salvaje en el que estoy inmerso. Las de Bernal, dijeron. ¡Guao! Que
fuerte te pego la mexicanita, la de Castelar, agrego con suficiencia. No hay clavo que no se pueda sacar, por más grande que este sea y es difícil hallar dos corazones iguales y con los mismos pensamientos; ¡Abra amado realmente, aquel que no ha amado nunca a primera vista! Yo me puse nuevamente en alerta y en guardia, diciendo. En estos momentos no siento la necesidad de estar con alguien y cambiando rápidamente el giro de la conversación, aclare. Bueno chicas, hay esta el Sheraton, vean ustedes como entrar, ellas se dirigieron resueltamente por la escalinata principal de entrada al lobby, entramos, Stella Maris, se dirigió resueltamente a la
gran herradura cubierta de mármol color crema, en donde dos empleados elegantemente vestidos atendían a los huéspedes, mientras otro los observaba, ella se dirigió al que observaba y hablando en ingles, mientras ambos
reían, nos señalo a nosotros, y el empleado, saludo a las de Bernal con un amigable gesto y a mi con una leve inclinación de cabeza, (a mi se me aclaro el rostro con una sonrisa, al recordar que Stella Maris había saludado en francés al empleado que nos daba las gracias por haber concurrido a la convocatoria de
la Alianza Francesa) luego señalo hacia un rincón, en donde había una pequeña puerta, Stella Maris le dio las gracias y nos dirigimos a la curiosa y elegante puerta, esta, daba a un largo e
inclinado pasillo y con varias puertas por ambos lados, unas eran de los distintos vestuarios según el sexo, otras ocultaban utensilios de maestranza, y hasta las auxiliares de la cocina daban al corredor, también estaban las que daban a los talleres de reparación y las que daban a las escaleras del estacionamiento, era el pasillo de comunicación de servicios, todas las personas con las que nos cruzamos, saludaban a Stella Maris con afecto, el largo pasillo desemboco en un amplio hall en donde había tres ascensores, hay, entramos a otro pasillo no tan largo ni tan ancho como el anterior, cuando cruzamos la ultima puerta de este pasillo había
un guardia de seguridad, este, pregunto adonde íbamos, Stella Maris, dijo al salón de convenciones con permiso de Alejandro, pasen, dijo el guardia, lo hicimos, estábamos dentro de un pequeño hall
que daba al salón principal, un runrún poligloto y desordenado nos recibió, mientras nos deslizábamos por la roja alfombra. que servia para dividir por stand el espacio designado, estos,
exhibían con lujo la variedad y el prestigio de los expositores,
las mejores casa de comidas, los mejores frigoríficos y queserías, las mejores bodegas del país estaban presentes, dando sus productos a degustar a una enorme cantidad de gente, que con su presencia justificaba el éxito de la jornada, las tres mujeres y yo nos fuimos arrimando a uno, que daba muestras de quesos, los cuatro tomamos las muestras, mientras un mozo nos alcanzaba copas con vino tinto, diciendo. Es Pinot Noir de bodegas
La Rosa, los cuatro paseamos por el salón, probando todo lo que nos ofrecían, tanto de comer como de tomar, por suerte, alcanzamos a anotarnos
en una clase de cocina, dada por el chef Donato de Santis, esta fue del agrado de todos y Donato, se retiro aplaudido por todos los concurrentes, ya de vuelta en el salón principal, viendo que la hora se nos había pasado rápidamente, comente, Stella Maris, debemos ir preparándonos para dejar este paraíso culinario, si queres tomar el ultimo tren, salvo que quieras tomar el primero de la mañana, ella mirando a sus amigas pregunto, que hacemos, ustedes deciden, las de Bernal se querían quedar hasta lo ultimo, luego me pregunto a mi, y vos que queres hacer, conteste, a mi me da igual, si ustedes se quedan yo también me quedo, dije, mientras me volvía a preguntar de que trabajarían las tres, en ese momento, mi aletargado cerebro reacciono, mis maestros en los cursos de inteligencia, me habían enseñado que lo obvio no es tan obvio, cuando se nota
realzado, así que me propuse estudiarlas sin preguntarles nada, ya que en dos oportunidades lo había hecho y me cambiaron rápidamente el tema,
ya sabia que Stella Maris hablaba
en francés y en ingles, no sabia si con soltura o mediocremente, sus amigas daban la impresión de entender algo de lo hablado por ella en ingles, mientras seguimos en la aceptación de las degustaciones y paseando por el salón, note algo que me había llamado la atención anteriormente, solo que en ese momento, no le preste la
atención necesaria, en varias oportunidades, las de Bernal, habían hecho algún leve gesto de picardía, mirando a Stella Maris o simplemente al hombre acompañado por una mujer o solo, que pasaba a nuestro lado, gesto que también vi en Stella Maris, cuando pasaba una pareja
hablando animadamente en ingles, mientras los ojos del hombre brillaron con un raro brillo a temor, dando una campanada de alarma a su cerebro, rápidamente, sus ojos se desviaron de nuestro camino, como si quisieran ocultar algo inocultable, los cuatro, seguimos en el paseo y las degustaciones, en dos oportunidades, alcancé a ver pequeñas y disimuladas señas de dedos o ojos, como si fueran saludos picarescos, arreglados con anterioridad. En el momento que una de las de Bernal
hacía un gesto, se me aclaro el panorama y por esto me quería dar de golpes contra una pared, como se me había escapado el detalle. A mi, pisador de adoquines desde la temprana edad, con cursos y diplomas, solo mi mente reprobaba el hecho descubierto en ese momento, por qué no me había dado cuenta antes, no es que reprobaba lo descubierto, sino el no haberlo notado antes, signo de que me encontraba viejo o olvidadizo de lo aprendido en tantos años de vivir al extremo de una soga, las tres, eran prostitutas. ¡Si¡ Eso debían ser,
tres finas prostitutas de nivel internacional, como para trabajar en hoteles de lujo, como lo era el Sheraton, tal vez el Internacional, el Panamericano, el Castelar, el Hilton, el Plaza
y tantos otros serian los elegidos para el trabajo social, de ahí, lo de entrar por la puerta del hotel, hablar con el conserje, saber idiomas, los saludos agradables de los empleados, descubierto el presumible
trabajo de mis nuevas amigas, comencé a respirar profundo y tranquilo, como si hasta ahora lo hubiese hecho en forma contenida, con recelo, con miedo a mi integridad coronaria, ahora podría disfrutar con ganas su compañía, estaba entre profesionales y mis recelos debían desaparecer, los planetas se habían aliñado y los signos de los sonidos recibidos, volvían a darle significado a mi vida, ahora, solo debía
esperar que alguna se confesara ante mi, para tener esa seguridad, mientras mis pensamientos me llevaban al afortunado descubrimiento, íbamos de stand
a stand, acompañándonos con conversaciones banales, sirviendo solo para fortalecer el momento que estábamos viviendo, en uno de los tantos grupos que deambulaban por el salón, vimos al chileno Patricio Tapia, enólogo experto y sommelier de prestigio, con la experiencia de haber viajado por el mundo con su programa sobre vinos,
que estaba dando una pequeña clase de cata a ciegas, promovido por distintos auspiciantes, este, iba probando vinos varietales de distintas bodegas y daba las súmulas de lo bebido, sin saber que vino le habían dado a probar, luego de esta demostración, comenzaron a decir por los altoparlantes, que el evento finalizaba en treinta minutos, los cuatro, nos miramos como diciendo, bien, se termino y ahora que, las de Bernal, mirando ora a mi, ora a Stella Maris, propusieron ir a la costanera a ver el amanecer, los dos, aceptamos la sugerencia, por lo que con las luces tenues del crepúsculo que avanzaba rápidamente, cubriendo las cumbres de los altos edificios de un leve color rosáceo, nos dirigimos hacia el puerto entrando por la dársena norte, ya en la costanera, y a la altura de la salida de las embarcaciones de la empresa Aliscafo, nos acomodamos para ver la salida del sol, mientras les comentaba, que antiguamente el agua llegaba a cubrir en toda su extensión el largo de la misma, con una agradable vista al rió, cosa que ahora para verlo, no nos podíamos mover de aquí o
deberíamos entrar a la reserva ecológica, las tres, miraban el
anchuroso rió embobadas, mientras, preguntaban,
Sabes a cuantos kilómetros estamos de Uruguay, conteste. Ha unos cincuenta kilómetros, mas o menos en línea recta, y a colonia un poquito mas, este rió es casi tan ancho como largo, su forma es una especie de embudo, y le pertenece casi en igual superficie a
la Argentina, como al Uruguay, las tres, seguían embobadas mirando la línea imaginaria del horizonte, en donde el cielo con el crepúsculo sonrosado, se separaba de las aguas marrones del majestuoso rió, cuando el sol se asomo en la línea infinita del horizonte, levemente hacia nuestra derecha con su lenta elevación como forzando la presión ejercida por la tradicional bruma matinal,
y de veloz ascenso, superado ese primer escollo, los cuatro, nos quedamos callados, observando el fenómeno que a diario sucedía, envidiando a quienes tienen la dicha de poder observarlo cada día del año, el rey del universo,
iluminaba ya
de refilón los costados de los edificios mas altos de la ciudad, cuando las mujeres, dijeron, mirándose entre ellas como si yo no estuviera. Esto es impagable, solo se asemeja al momento contra puesto de cuando se oculta detrás de las altas montañas, allá en nuestra provincia, yo, aproveche la situación para preguntar. De que provincia son ustedes, las tres contestaron al unísono y orgullosas. ¡De Mendoza! ¡La mejor de las provincias! Yo, no conteste nada, ante el clásico orgullo de las Mendocinas
por su bella provincia natal, para no estropearles el momento, pero todas las provincias Argentinas tienen algo de que enorgullecerse, sin embargo, acote. Saben que el único lugar del país, en donde se puede ver al sol cayendo sobre el mar, es desde las costas de Monte Hermoso en la provincia de Buenos Aires, mas precisamente en el balneario Pehuen-co, ya que este, cae dentro de las aguas del estuario de Bahía Blanca, sin llegar a ver la costa, solo se ven a lo lejos con un día diáfano, y a la izquierda, algunas islas del lugar. Las tres, preguntaron como sabía eso, porque lo viví en una de las varias excursiones de pesca realizadas a la laguna de Sauce Grande que queda en esa localidad, también realice distintos viajes por el país, conteste ante sus asombradas miradas,
anduve por muchos lugares bonitos, como un recorrido que hice por su bella provincia, viniendo del norte, de Salta, Catamarca,
La Rioja, San Juan, donde visite el Dique de los Vientos, lago ubicado en la pre cordillera y cuya curiosidad es que el viento, sopla
todos los días del año, las veinte y cuatro horas, ideal para los deportes náuticos, también estuve en el Valle de
la Luna en el parque Ischigualasto, y en un montón de lugares mas, en distintas provincias, algunos por trabajo y otros por estar de vacaciones, pero basta de hablar de mi, hablen de ustedes, que piensan hacer ahora. Las de Bernal, dijeron mirando a Stella Maris. Te parece bien que nos tomemos un taxi, para ir a casa, ella contesto. Si ustedes quieren por mi esta bien, nosotros volvemos como Norberto quiera, esto, lo dijo mirándome a los ojos profundamente. Regresemos en el tren de Puerto Madero directo a Castelar,
ya debe estar por salir el primero, dije yo. Bueno vamos juntos hasta la estación y hay toman el taxi ellas, dijo Stella Maris, comenzamos a caminar por la costanera mientras a pedido de ellas, les explicaba cosas de mi lejana juventud, como explicar, que ese hermoso y antiguo edificio de principio de siglo xx, en donde ahora hay un museo de la ciudad, antes estaba la cervecería Munich,
punto de reunión de la alta sociedad y del poder adquisitivo, de la época en que
la Costanera Sur lucia todo su esplendor, mas allá, enfrente del paseo del sol, hermoso espigón que antiguamente se deslizaba al interior de las aguas marrones del rió, hoy, rodeado de espeso bosque natural,
esta la fuente de las Nereidas, hermosa obra entre otras, de la famosa escultora Dolores Mora de
la Vega. Mas conocida como,
La Lola Mora, y más lejos La antigua Usina del puerto y de la ciudad, Stella Maris preguntó. Te animas a ser guía turístico de tres mujeres que a pesar de que hace varios años que están en la ciudad conocen solamente lo básico de ella. ¡Si! conteste. Solo es cuestión de que tengan ganas de caminar y voluntad de conocer algo más de ella, yo tampoco la conozco en su totalidad, para esto ya estábamos en la estación Puerto Madero del ferrocarril TBA ex Sarmiento.
Las de Bernal, tomaron el taxi, Stella Maris y Yo, tomamos el tren con destino directo a Castelar, ella no lo había usado nunca, por lo que preguntó, siempre es con asientos numerados.
Conteste. Si, en este no se viaja parado y algunos paran en Liniers y otros en Ramos y Haedo, al rato, sentí que el silencio me rodeaba, era que ella se había
quedado dormida, levemente apoyada sobre mí hombro. Al llegar a Castelar, la desperté y la acompañe hasta la entrada del edificio en donde se encontraba su departamento, nos despedimos con un chau y gracias por todo, cuídate.
Pasaron tres semanas desde la bonita salida, (tiempo en donde anduve deambulando en el desierto sin poder encontrar el rumbo que me sacaría de él, dando saltos para de evitar las arenas movedizas, siempre acompañado por los fantasmas, que girando a mi alrededor, me miraban desorientados, ya que ellos estaban mas perdidos que yo) una noche, pasadas las dos de la mañana, comenzó a sonar el teléfono, entre sueños y maldiciones, atendí malhumorado. ¡Hola! Quien es, pregunte, del otro lado de la línea se escucho un suave. Yo, Stella Maris. Quien… volví a preguntar, Stella Maris de Castelar. La mujer que te llevo a Al Sheraton. Ah… estas bien, en que te puedo ayudar, pregunte todavía medio dormido y sin reconocer bien quien era. Si, estoy bien, puedo ir a tu casa ahora, dijo bajito, mientras mi cerebro trataba de enderezar los meandros de la memoria, poniendo al descubierto quien era esta mujer que había osado ingresar a mis escasas horas de sueño. Dije. Bueno… te espero, tenes la dirección. ¡Si! si vos me diste una tarjeta
personal, en menos de una hora estoy ahí chau. Chau conteste, mientras me levantaba para vestirme y esperar a la mujer que me había sacado del sopor producido por los comprimidos que suelo tomar para dormir, pensaba, en que momento le había dado esa tarjeta que no lo recordaba. Llego la mujer, esta,
había bajado del coche que la traía en la esquina, como para no ser molesta con los ruidos característicos de una llegada a la madrugada, donde los sonidos se multiplicaban en exceso pudiendo molestar a los vecinos, y comprometer al visitado,
vestía
pantalones vaqueros, acompañados por una simple remera y zapatillas chatitas, vestida de esa manera, parecía mas joven de lo que yo había estimado en nuestro primer encuentro, nos saludamos y la invite a pasar diciendo. No te asustes por lo desordenado, pensá que vive un hombre solo en esta casa, ella dijo. No te hagas problema que no vengo a criticar tu casa, sino a charlar un poco con vos hay algo que te tengo que decir, dijo con voz
suave, gruesa y temblorosa, mientras entrábamos, pregunte. Tomas algo, atento a las señales que irradian los cuerpos ante un encuentro a deshoras y no programado. Si, algo fuerte de
lo que tengas, contesto algo mas tranquila. Te gustaría probar un ron negro de Bacardi,
original de Puerto Rico. Bueno, que sea doble si no te párese mal, serví las copas, mientras ella me pedía permiso para conocer la casa, se lo di mientras con las copas en las mano la acompañaba en el breve recorrido, es cómoda, simple pero linda casa, te felicito y no esta tan desordenada como vos decías, solo le falta el toque femenino, en guardia, pregunte cual era el motivo de su visita, ella, se acomodo en unos almohadones que puso en el piso del comedor, al lado del equipo de música, preguntando. Podes poner música bajita mientras te lo digo. Lo hice, ella aprobó con los ojos mi elección musical, sentados en el suelo y con las copas en la mano parecíamos viejos amigos que disfrutaban un encuentro fortuito, Stella Maris, comenzó hablando
de nuestro casual encuentro y lo bien que lo habíamos pasado. Estoy contenta por lo bien que la pasamos en la salida, y mis amigas también están contentas por haberte invitado, sobre todo, cuando se enteraron que
me habías acompañado hasta la entrada del departamento y te habías retirado, sin insinuar en lo mas mínimo querer tener algo sexual conmigo, aprovechando el momento pasado. Ella quería tener un amigo en quien confiar, que la escuchara, que la conteniera, en fin, quería alguien que no fuera un frió profesional, para contarle cosas de su vida, a lo que dije Podes contar conmigo para toda esas cosas, Gracias eso es lo que esperaba de vos, dijo emocionada por mi aceptación, lo primero que tenes que saber de mi, es saber en lo que trabajo… mientras yo me decía por dentro, hay viene la verdad de lo que yo esperaba escuchar en la famosa
salida.¡Soy prostituta! Fue como si al decirlo en forma abrupta, escupiera las palabras con
desprecio a si misma, despacio y con voz muy suave, dije. Ya lo imaginaba, y que si lo sos, alguien tiene que hacerlo y vos habrás tenido tus motivos para ello, eso no tiene que estorbar en nuestra futura amistad, ella, se quedo mirándome como si fuera un bicho raro, y pregunto No te molesta saber lo que soy, conteste. No, no me molesta saberlo, uno debe ser protagonista de su propia vida, y si vos lo elegiste así, así será, Stella Maris, pidió otra medida del exquisito ron puertorriqueño, mientras a analizaba mi respuesta, ante la declaración de su trabajo, mientras yo, cumplía con su pedido, sirviéndole nuevamente un par de medidas de ron en la copa que sostenía en sus elegantes manos, luego de tomar un sorbo de la exquisita bebida, dijo. Entonces podemos ser amigos, conteste a su pregunta con vos firme. ¡Si! Si
podemos confiar en que ambos vamos a decirnos siempre la verdad. De eso estate seguro, siempre será así, la verdad ante todo, aunque duela, si queres escuchar mi razonamiento de por que comencé en esto, te lo cuento, a lo que conteste. Tiempo al tiempo, ahora no, mejor dejémoslo para otro día, para cuando estemos más afirmados en nuestro propósito, si a vos te parece bien, ahora escuchemos música y en silencio. Los dos, mientras nos mirábamos a los ojos con suavidad, pero firmemente, nos dijimos solo monosílabos, mientras burilábamos en nuestro interior lo hablado hasta ese momento, como queriendo decir gracias, por este encuentro, ambos, por motivos distintos, teníamos la necesidad de tener un amigo del sexo opuesto, casi a las tres horas de estar conmigo, Stella Maris decidió que era hora de retirarse, pregunte como regresaría a su casa, ella dijo. El remis que me trajo, esta en la esquina esperando mi regreso, la acompañe hasta la puerta y segura se dirigió al automovil que la estaba esperando. Como a los diez días, volvió a llamar, y pregunto. Puedo ir a tu casa. Si, veni, te espero, conteste ansioso por el encuentre. No cene y tengo hambre, tenes algo como para prepararme una cena tardía, dijo ella con voz trémula por la osadía. Si, tranquila que
te preparo algo. Llego ella, con la misma táctica y casi vistiendo de la misma manera que la visita anterior, solo cambio los colores de las prendas, me saludo con un hola y un beso suave sobre los labios, luego, dijo arrebolado el rostro.
Perdóname el pedido de la cena, pero realmente estoy con hambre, no comí al medio día y tampoco cene. Por favor no te disculpes, esta todo bien, te prepare Lomo Strogonoff con papines al vapor, y de postre, una copa con la especialidad de la casa, que es rodajitas finitas de banana, cubiertas con crema sabayon, y adornada con azúcar glass caramelizada, para tomar te sirvo una copa de vino jerez. ¡Que bueno! Gracias, (su sonrisa se convirtió en algo mágico para mi) ahora voy a saber si es cierto que sabes cocinar, servime que preparo el lugar, volvió a poner los almohadones en el suelo, y pregunto, puedo poner música bajita. Si, pone lo que gustes, que ya te llevo este plato de ambrosía. Ella, con la
bandeja sobre las piernas, comenzó a comer despacio y disfrutando lo preparado por mi, cuando termino de cenar, contó algo que le había pasado de niña. Mis padres estaban en una buena posición económica y yo estaba en una escuela en condición de internada, en las vacaciones de invierno de un año cualquiera, me dijeron que tenían un regalo especial para mí, que me iba a gustar mucho. Exclame alborozada. Se que es, se que es, me sacaran de la escuela y me llevaran con ustedes a Europa. “El Silencio” fue su respuesta,
cuando llego mi cumpleaños, me anotaron nuevamente en el colegio por otro año. “El Regalo,” fue un enorme, calido y suave perro de tamaño natural, pero de trapo, dijeron, para que lo lleves con vos a dormir, era demasiado mayor para dormir con muñecos y demasiado chica como para no llorar, pero en realidad, hacia tiempo que había dejado de llorar, de modo que en vez de lagrimas, despanzurre al perro con unas tijeras y tire puñados de relleno por la ventana en una noche de lluvia, pero eso fue la incredulidad de la infancia, ahora, a los casi cuarenta años, debería haber aprendido la lección y no ilusionarme con los silencios de los otros, por lo que hay veces, que tropiezo hiriéndome con los rechazos inesperados, espero, que nuestros silencios no me hagan tropezar y me hagan nuevamente volver a lastimarme. La mire con intensidad, diciendo. Eso nunca sucederá conmigo y nuestra amistad. Gracias por entenderme y ahora te voy a contar el motivo de ser lo que soy, cuando tenia dieciséis años, fui violada por alguien que yo creía amigo de mis padres,
y si, “era amigo de mis padres”, los intereses comerciales entre el violador y ellos, eran tan grandes, que decidieron no actuar en consonancia con el hecho, prohibiéndome hablar de lo sucedido
y el pato de la boda fui yo, recriminándome la forma provocativa que tenia al vestir, imagínate, yo de victima, pase a ser victimaria, eso fue la gota que derramo el vaso, me fui a vivir con mis abuelos, por el cruel
suceso, quede embarazada, fue una niña, ahora es una bonita mujercita, esta estudiando abogacía, después del parto, me prometí que a ella nunca le faltaría nada y que debía vengarme de todos los hombres, por lo que decide cobrarles por lo que me habían hecho, y la mejor de las venganzas, es cuando les sacas dinero y en grandes cantidades, por lo que espesé a cobrar por tener sexo, al padre de mi hija,
le hice pagar con mucho dinero la violación, fui aprendiendo las necesidades de los hombres, a la par que me culturizaba, aprendí idiomas, termine los estudios, mientras, me hacia una experta en sexualidad, mis padres fallecieron en un accidente, después me vine a buenos aires y comencé a trabajar en hoteles de lujo, no estoy en mala posición económica, a mi hija la veo bastante seguido, tal vez sea hora que deje de vengarme, y me dedique exclusivamente a mi. Yo, la escuchaba en silencio, mirándola fijamente, en ese momento, me di cuenta en donde radicaba
su belleza sin ser hermosa,
(aparte de la
excelente figura física que poseía, no era una mujer fea, pero nadie que viera una fotografía de Stella Maris, diría. “Guau” Que Mujer Tan hermosa) su belleza, radicaba en su fuerza de espíritu, ella era una de esas mujeres que esconde, (no concientemente por cierto) que su belleza nace del dolor y de su manera secreta de superarlo, nacida del coraje, que no esta segura de tener, de la mente cuando sospecha que su excesivo orgullo intelectual puede revelar que se valora menos de lo que muestra, porque no puede consolarla, de la fragilidad y la debilidad, y finalmente, de la fuerza para sobrellevar esa fragilidad y el agravio sucedido en su adolescencia. ¡SI! ¡Sin dudas era una mujer bella! Ella, luego de terminar su relato, dio un grande y largo suspiro, como para relajar
la tensión de los malos recuerdos, y de haberse sincerado conmigo, luego, pidió una nueva copa de jerez, se la serví, diciendo. No es que a mi me importe lo que haces, pero me alegro que me lo hayas contado, tal vez a vos te sirvió confiar en mi. Si que me sirvió, dijo, pero mas me sirvió el que no me lo recrimes, bueno vasta de malos recuerdos las chicas te mandan saludos y me obligaron a prometer que te preguntaría cuando vamos a pasear por la ciudad. Conteste. Cuando ustedes quieran, yo estoy siempre disponible. Luego hablamos de banalidades, mientras pasaba rápidamente el tiempo, los minutos vuelan cuando uno esta en buena compañía. Stella Maris, tomando café, agradeció nuevamente la cena, pidiendo disculpas por el atrevimiento de haberla pedido. Yo conteste. Fue de mi agrado hacerlo, cuando quieras lo repetís. Momentos que se fueron repitiendo en el transcurso de los meses siguientes. También, solíamos salir los cuatro, en interminables visitas al centro de la ciudad y sus alrededores, les enseñe a ver y conocer Buenos Aires, despacio y mirando para arriba, como redescubriéndola, conociendo su pasado europeo, sus rincones y pasajes
de arquitectura
Francesa,
todo lo que en mi modesto conocimiento sabia, hicimos visitas satisfactorias y desagradables, yo amplié mis conocimientos en
distintas ocasiones. Indudablemente, Stella Maris, poco a poco se estaba convirtiendo
en una suave brisa para mí. “Mi Oasis en el Desierto”. Pasado mas de un año de conocernos, un día lunes, cuando estaba cenando como tantas veces lo venia haciendo en esos últimos meses, dijo. Tengo todo preparado para la mudanza. Pregunte curioso. Te mudas, adonde. Contigo y no acepto un no por respuesta, mañana por la mañana salgo para Mendoza,
el viernes por la noche
regreso, y
el sábado me mudo. El sábado me desperté temprano, esperando el llamado de ella, a media mañana, el teléfono, sonó con un sonido distinto, como si fuera un sonido a esperanza, atendí, era una de las chicas de Bernal, para decirme que Stella Maris, había tenido un accidente cuando regresaba, un camión envistió al remis con el que se dirigía al aeropuerto internacional del Plumerillo, murió en el acto junto con el chofer. Me equivoque al escuchar el sonido del teléfono, no fue de esperanza el sonido, sino de desesperación. La de Bernal, solo supo decir lo siento, yo no pude contestar, me quede mudo en el acto, el domingo me obligaron a hacer un asado en lo de mi hijo, sin saber
como sufría por dentro, el lunes, fui al medico, para preguntar en forma escrita que me pasaba, ya que seguía mudo. La medica, dijo, no tiene nada, solo son los años, tal vez sea por alguna fuerte emoción recibida, con el tiempo se le va a pasar ¡Si! Fue por eso, Stella Maris, me había dejado, como me dejo mi señora, otra vez dentro del desierto, que en forma abstracta se mostraba ante mí, y mi oscurecido corazón, convertido en un misántropo incurable,
ni los fantasmas querían
estar a mi lado. Ese año, volví a
La Isla del Encanto, para las fiestas de navidad y
año nuevo, pero no fue como la primera vez que enviude, no pude dejar la bolsa en el caribe, los viejos años no vienen solos, casi siempre vienen mal acompañados, y la medica se equivoco conmigo, si bien no estoy mudo, es como si lo estuviera, ya que no quiero estar con nadie para no tener que hablar, hay veces que ni me miro en el espejo por miedo que este me pregunte y tenga que contestarle.
Borges, escribió en algún lado. El amor, no termina cuando uno deja de ver al ser amado, hay gente que esta enamorada de dios, y nunca lo ha visto.