Así Así las las quise yo, como la hierba (un pedacito de sol y otro de lluvia) engarzada entre los dedos de la tierra, eleva su perfil hacia las alturas.
Así las quise yo, dulces y serenas, hablándome de amor con voz madura, que desconozcan el miedo a las esperas y al estremecimiento de las dudas.
Así las quise yo, sencillas y tiernas, lejos de la dura piedra. Feliz advenimiento de la tierra, fue cuando la encontré entre la bruma.
Te halle mujer, en el recodo claro de un camino solitario, te halle tranquila y pálida, entre el barro de mi destino, estabas como un pétalo de rosa dormido.
Pero ahora estas lejos, muy lejos de mis manos y mis ojos, no preguntes la causa ni el motivo, cierra los ojos y los labios, déjalos cerrados, olvídate del tiempo transcurrido. Después, oye el lenguaje de mis manos, escribiendo sobre el barro su delirio. Yo me detengo en el recodo oscuro, donde el tiempo se ha detenido, en el camino solitario.
Se ha tumbado el rosal, la bella flor se ha roto, solo queda el dolor y el llanto, sobre su espinero.
En el anuncio de los días tristes, se han quebrado los pinos y los cedros.
Los guijarros han cubiertos los caminos, ya no queda más que hojarasca de tiempos viejos.
Los pájaros se fueron, todo esta mudo. Los aromas se fueron, todo esta seco, y el asombro clavado entre mis cejas y mis parpados vueltos hacia dentro. ¿Donde estarán mis ojos, que se han ido con las ultimas luces del desierto?…
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