EL MUNICIPIO
Principio de Febrero de dos mil cuatro, un día que amenazaba con ser húmedo y caluroso, últimamente, todos se parecían mucho entre si, no estábamos teniendo un verano benigno.
Entre a la oficina, salude a Clara, mi secretaria. Luego, las viejas paredes me saludaron a gritos, los viejos muebles se unieron a la algarabía, ellos solo pedían un rápido reciclaje, pero como las finanzas no venían bien, los mande a callar, mientras me servia un vaso de ginebra, busque hielo en la heladera, como no había, terminé poniéndole un chorro de agua fría.
Me senté en mi cómodo y anticuado sillón, trate de acomodarme para leer el diario, que le había pedido prestado al quiosquero de la esquina, cuando al fin lo había logrado, entro Clara, que oficiaba también de empleada multiuso, ya que hacia la limpieza, de cadete, e iba por los juzgados, para recabar información y tratar de conseguir algún cliente desorientado por la burocracia endemoniada de este país, a esa hora de la mañana, era personal de limpieza, ya que la oficina la atendíamos en horario vespertino.
- Perdona que te moleste Guille, pero afuera hay una persona que te quiere ver -Dijo molesta por la intromisión a su trabajo.
- ¿Quien es? –pregunté.
- No se, lo mandan del bar de Pepe.
- ¡Ah!... Pepe, el hace cualquier cosa, con tal de cobrar lo que le debo.
- ¿Qué hago? ¿Lo hago pasar? ¿O espero un poco?
- Decíle que espere unos minutos, que estoy ocupado, que lo voy a atender haciendo una excepción con él, porque lo mando un amigo, sino tendría que pedir cita, en horario de oficina y con antelación.
Salió refunfuñando, ya que también a ella, solía deberle algún dinero de su paga mensual, pero que podía hacer eran tiempos difíciles. Terminé mi trago, doble el diario y lo guardé en un cajón del escritorio, puse unas carpetas sobre el, luego llame por el intercomunicador.
- Clara, por favor, dígale al Señor que espera, que pase.
Al entrar, el hombre, que representaba unos sesenta año bien llevados, de vestimenta común, se lo notaba abrumado, en el lado izquierdo de su cara, se notaban varios moretones, que tendían a desaparecer, en la mano izquierda portaba una carpeta marrón, de las que se usan para transportar hojas tipo oficio, en la derecha, un bastón con el que se ayudaba, a caminar.
- Doctor Guillermo de Padua -me presente- el doctor Guille, para los amigos y buenos clientes, siéntese por favor.
- Roberto Coti –dijo tomando asiento.
- Bueno, usted dirá en que puedo ayudarlo.
- Me gustaría que usted sea mi representante legal.
- Dígame de que se trata y veremos si esta a mi alcance representarlo.
- Como usted ve, tengo estos moretones en la cara, producto de los golpes propinados por un demente-dijo con voz agria mi futuro cliente.
- Uno más de los tantos que andan sueltos en estos días -comenté.
- ¡Si! Pero este es un peligro para todos los que estamos relativamente bien, me golpeó sin que él haya tenido algún motivo.
- Haber, cuénteme despacio, y desde el principio, como fueron las cosas.
- Fue el nueve de noviembre del año pasado, cuando estaba parado en una esquina, esperando un colectivo con un familiar, era alrededor de las diecinueve, cuando este demente a bordo de un automóvil marca senda de color bordo, se puso a tocar bocina insistentemente, delante de él se encontraba un automóvil azul, con una persona mayor al volante y un niño pequeño como su acompañante, el semáforo del lugar se encontraba en rojo, por lo que le pedí que cesará en esa actitud retrograda y salvaje, al contrario de esto, golpeó varias veces con su auto al que se encontraba delante. El chofer de éste, asustado, avanzó cruzando con el semáforo en rojo, el demente lo siguió, giró, estacionó el auto y se bajó sobre la acera de la estación de servicio, que se encuentra en el lugar, luego se puso a gritar que me importaba a mi lo que el hacia.
Aquí, mi futuro cliente, hizo una pausa, le propuse que tomara un vaso de agua, lo cual acepto de buen grado, se lo serví, luego de unos segundos prosiguió con su relato.
- Mire doctor, estaba tan sacado, que al decirle que si él quería, yo le enseñaba la forma que funciona el semáforo del lugar, se abalanzó sobre mi como si fuera una locomotora, con el primer golpe, dado sobre la cara a la altura de la ceja, me tiró al suelo, en ese preciso instante, sentí no solo que se me venia un techo encima, también que el tobillo derecho, produjo un crack, doblándose y hundiéndose en el pavimento, al tratar de levantarme, volvió a pegar, esta vez sobre el pómulo, volví a caer, ya, algunas personas lo habían sujetado, como pude, me puse de pie, él entre los abrazos de la gente, volvió a pegar, esta vez sobre mi nariz, a los segundos de esto, arribaron al lugar varios móviles policiales, el que se encontraba estacionado en la estación de servicio, los había llamado: Estos, se hicieron cargo de la situación; Él, guardó en el acto la manopla con la que me había pegado.
- Supongo que al agresor lo abran llevado a la comisaría, para identificarlo, y a usted lo abran hecho atender por los médicos -dije asombrado.
- No, solo me preguntaron si quería hacer la denuncia, yo estaba tan atontado que lo único que atine a decir, fue decirle al policía que me atendió que le tome los datos para confeccionarle una infracción de transito, así sus datos quedarían registrados, luego vería que hacer,"grave error cometido por mi", luego pedí un remis para irme a mi domicilio, con la esperanza de que no fuera grave, lo ocurrido en mi cara, por que no dolía mucho, supongo que por estar caliente la zona afectada, al llegar tomé analgésicos y desinfecté las heridas, también puse hielo sobre los golpes recibidos, seguí así unas veinticuatro horas, pero el dolor comenzó a ser más fuerte, en vez de calmarse, se acrecentaba a pasos agigantados.
- Espere unos segundos y tome un poco de agua, así se tranquiliza ¿O prefiere tomar algo más fuerte? Yo me voy a servir algo -pregunté sofocado por el calor reinante.
- No, agua esta bien, gracias-contesto él. Le serví el agua, y Yo, me llené el vaso con ginebra y hielo.
- Bueno, continué, lo escuchó.
-Al notar que el dolor no cesaba, llamé un remis y me dirigí a el hospital de mi obra social, ya en el, el chofer me acompaño en todo momento, me atendieron en la guardia, placas, médicos, más placas, tomografías, más médicos, consultas con especialistas, resultado final, rotura de tibia comprometida, deberían operar, en cuanto a la cara once fracturas, un destrozo total, parecía Cuasimodo sin joroba, había que operarla, para restaurar lo dañado, mientras los médicos se ponían de acuerdo, en como y cuando, y pedir los insumos especiales que se necesitaban para la misma, enyesaron la pierna con pocas posibilidades de que quedara bien, porque dos operaciones juntas no se pedían realizar, por lo que determinaron hacer varios yesos en distintas posiciones, y eso llevaría al menos dos meses, todo ese tiempo, debería usar muletas y no apoyarlo en ningún momento, de regreso a mi casa, pasé por la comisaría de la zona para efectuar la denuncia.
- Espere un momento, déjeme arreglar algo, eso me lo tiene que contar muy bien, Clara, por favor si viene alguien, a preguntar por mí, dígale que estoy muy ocupado.
- Si señor -dijo- puedo ir a almorzar dentro de un rato y regreso temprano.
- Si vaya nomás Clara.
Al ver a mi futuro cliente algo nervioso, trate de calmarlo hablándole muy lentamente,
- Estábamos en la parte en que había ido a la comisaría, prosiga, lo escucho.
- Bueno, después de un rato, me atendió un oficial el cual iba tomar la denuncia, me hizo varias preguntas, de las clásicas, nombre, documento, que hacia en el lugar, y que le contase los hechos, al preguntarme por el nombre del agresor, le dije que lo tomase del informe que habían hecho los policías que intervinieron en el desafortunado suceso, grande fue mi desilusión, cuando nadie sabía que había pasado, pregunté que había sido de la infracción que había hecho el policía, por violar el semáforo en rojo, me dijeron algo que no sabía, que la policía de la provincia no puede hacer infracciones de transito, por lo que pusieron al agresor como N N, y me mandaron al medico forense.
Al hacer él una pausa, le pregunté.
- ¡Pero! ¡Entonces! ¿Que hicieron los policías? ¡Nada! Tampoco lo llevaron al forense en un móvil policial, al ver su estado físico.
- ¡No! Fui por mis propios medios, imaginase como estaba, con la pierna enyesada hasta la rodilla, en muletas, con la cara rota, menos mal que la doctora que estaba en ese momento me atendió rápidamente. Luego de que se desinflamara la cara, me operaron, con la mala suerte de que uno de los golpes, corto un nervio, y me iban a quedar secuelas, como la paresia que tengo en todo el lado izquierdo de la cara.
- Le voy hacer una pregunta muy importante, así que píenselo todo el tiempo que crea necesario, en esa confusión que dice que tenía ¿Vió alguna cosa que le pareciera extraña entre los policías y su agresor? cualquier detalle por pequeño que usted crea, tal vez esa pueda ser la clave de esa actitud del personal policial.
Mientras mi cliente pensaba, aproveché a tomar un traguito de ginebra, lo vi actuar como si estuviera escarbando en su cerebro, para recordar algo de lo que le había pedido, al rato, exclamó.
- ¡Si! ¡Ahora que usted lo preguntó! hay algo que me pareció extraño, la familiaridad que tenían con el agresor. Uno estaba dialogando con él, muy cómodamente apoyado sobre su auto, y sonrientes los dos, el que me preguntó un par de veces, si iba a hacer la denuncia o no, el que supuestamente tendría que haber hecho la infracción de transito, también cuando se acercaba a él, lo hacia sonriente, seguro que se conocían.
- ¡Alto! ¡Alto! Piense bien lo que dijo, si lo recuerda de esa manera o no.
Le dije, pensando, que ahí, había gato encerrado, algo más que unas lesiones que podrían ser caratuladas, como leves o graves.
- ¡Si! Eso es lo que me pareció haber visto, la familiaridad entre ellos.
- Bueno déjeme ver que hago, lo voy a estudiar, y luego le aviso si es o no mi cliente.
Mientras yo guardaba los apuntes que había tomado en el diálogo, con Coti, él se fue levantando y diciendo:
-Entonces tengo esperanza que pueda tomar mi caso, es que me dieron muy buenas referencias suyas, como abogado investigador y eso es lo que necesito.
- Espere, no se levante, ya viene mi secretaria y le va a tomar sus datos, en cuanto su caso, puede ser, que ¡Si! lo tome como cliente, me gustan los desafíos y aquí hay algo raro, en cuanto a mis honorarios, lo arreglamos cuando lo decida.
- Muchas gracias doctor, espero tener esa suerte.
Dijo él, mientras Clara entraba dispuesta a ser mi secretaria y le tomaba los datos filiatorios y demás, como para ubicarlo de ser necesario, le pregunté si en la comisaría le habían dado una copia de la denuncia, a lo que contestó que no.
Al rato que Roberto Coti se había retirado del estudio, llamé a Clara y le pregunté, si todavía estaba de novia, con el policial federal recientemente retirado.
-Guille, vos sabes que si, pero si lo vas a meter en un lió, te digo que no.
- Solo es para hacerle unas preguntas y de paso, si quiere un poco de aventura fácil, más ganarse unos pesos.
- Bueno le voy a avisar, y si él quiere, que te venga a ver ¡Pero!.. No lo metas en nada, que este fuera de la ley, aunque no lo conozcas bien, sabes lo derecho que fue y lo que es.
Clara, ya se había marchado, miré el reloj de pared, regalo de un cliente agradecido, ante el cobro de una demanda por despido, eran ya las 18.30, ¡ahí! Me di cuenta de que no había almorzado, por el ruido que hacían mis entrañas, llenas solamente de alcohol, debía comer algo rápidamente, serré la oficina, bajé los pocos escalones que separaban la puerta de la acera. El cielo se había cubierto con unas nubes tan oscuras, que presagiaban una fuerte tormenta, me dirigí hacia el bar de Pepe.
- Hola doctor Guille -al entrar, éste me saludo jovial y pregunto-¿fue a verlo el señor de los golpes en la cara?
- ¡Si! Gracias Pepe, ¿Me puede preparar algo de comer? Si no tiene la cocina cerrada.
- ¡Vamos doctor! Para usted siempre esta abierto, siéntese en su mesa preferida, y enseguida le preparo una milanesa con fritas, y un buen tinto de la casa.
Me acomode en una mesa alejada de la puerta de entrada y de la del baño, esto me daba un poco de privacidad, en la cual estaba acostumbrado a moverme fuera del estudio, sin dejar de pensar, en lo raro de la situación de mi futuro cliente, también daba vueltas en mi cabeza, la forma en la podría sacar rédito económico de la situación, ya que Coti carecía de los mismos para solventar su defensa.
Mientras calmaba los agudos gritos de mi estomago, poniéndole adentro una tierna milanesa, acompañada de una porción de papas fritas, regados con abundante vino tinto, sé acerco a la mesa la pareja de Clara, este era un hombre de unos cuarenta y ocho años, pelo corto, robusto, bien vestido.
- Hola doctor, me puedo sentar, Clara me dijo que quería hablar conmigo y como andaba por acá cerca, vine a ver si usted estaba aquí, no lo molesta que hablemos mientras come.
- No me molesta, siéntese y hablemos, pida algo de beber.
- Solo café negro en taza grande y amargo.
Pepe, solicito, ya había escuchado e hizo el pedido. Mientras terminaba mi tardío almuerzo, le conté brevemente la visita de Coti, y que mi instinto, me hacia ver que ahí había algo mas que unos golpes dados por un loco. Le pregunte si quería ayudarme a resolver el caso, si había caso.
- Mire doctor, como usted ya sabe, hace poco que me retire y no quisiera meterme en algo difícil, me gustaría descansar unos meses, pero como es el jefe de Clara, voy hacer una excepción y algo voy averiguar, si descubro algo raro lo llamo, en cuanto a la paga del trabajito, después lo arreglamos, con el tiempo, podríamos armar una buena dupla, si le interesa trabajar juntos, usted a los papeles y yo como husmeador.
- Si, eso es en lo que estaba pensando en el momento que le pedí a Clara por usted.
Luego de repasar algunos datos de los anotados en una servilleta, se levanto, saludo, y se fue andando como si fuera un enorme felino, seguro de lo que hacia, ahí me di cuenta de que Santiago, que así se llamaba el novio de Clara, me podría ayudar a resolver el caso. Cuando terminé mi café, resolví darme una vuelta por el lugar del hecho, para tomar nota mentalmente de cómo había sido la agresión del loco, hacia Coti.
Caminé lentamente hacia el lugar, mientras el cielo se mostraba amenazante de una acción directa de tormenta, llegue al lugar y me puse a observar el funcionamiento de los semáforos, estos eran de los que tienen tres posiciones de circulación del transito, o sea que los que venían circulando por la avenida de este a oeste podían doblar a la izquierda o seguir derecho por la misma, mientras los que circulaban de oeste a este debían esperar que les diera pasó, en ese momento podían doblar a la derecha o seguir derecho por la avenida. Cuando se cortaba el transito de la avenida en ambas direcciones, los que circulaban por la trasversal, podían ingresar a la avenida doblando a la derecha o a la izquierda, luego de estudiar el movimiento de las luces, me puse aproximadamente en el lugar donde había sido agredido Coti, memorice el lugar, luego, me desplace hacia donde se habría encontrado el móvil policial, que según Coti, estaba en el lugar y llamó a los otros patrulleros. Del lugar, se veía perfectamente la zona donde sucedió la agresión, esto reforzaba la teoría de que algo mas había detrás de la mala intervención policial, ya que podrían haber evitado el suceso o cuanto mas, intervenir rápidamente, para que Coti no fuera lesionado.
Cuando decidí regresar a mi casa, comenzó a lloviznar, regrese en un taxi que se encontraba recargando combustible, no bien cruce la puerta, se precipito un aguacero impresionante, luego de una ducha reparadora y con un vaso de ginebra en la mano, me dirigí hacia el dormitorio, pase mala noche, cuando percibí las primeras claridades, que presagiaban otro día de intento calor, logre dormitar algo, soñé con la cara de Coti, rodeado de fantasmas y policías, desperté, todo mojado por la transpiración, lo que ya era una costumbre en mi.
Estaba sentado detrás del escritorio, dictándole unos escritos a Clara, entre ellos, algunos del caso de Roberto Coti, para ser presentados en la fiscalía, ya que había decidido tomarlo como cliente, cuando llamaron a la puerta, era Santiago, Clara fue a abrir, él, saludo pidiendo permiso para sentarse, luego dijo.
- Escuche doctor, estuve haciendo unas preguntas por ahí, pero me encontré pegando contra un tapial, nadie quiere hablar del hecho, dicen que no saben nada, pero alguien dejo una nota dentro de mi auto, diciendo que me olvide del suceso, que iba ser mejor para Coti y para mi, a usted no lo tienen, porque en ningún momento lo nombre, esto hace confirmar sus sospechas.
- ¡Si es peligroso! -dijo Clara- deja todo ya.
- ¡No! querida secretaria, no creo que sea tan peligroso y ahora mas que nunca tenemos que averiguar que paso, nos puede dejar buen dinero, si logramos saberlo.
- Clara -dijo Santiago- no te preocupes, que me voy a cuidar, dejemos las cosas como están por unos días, como para apaciguar los ánimos y así poder encontrar a alguien, que quiera hablar, por ahora voy a buscar al agresor de Coti, por intermedio de amigos de la federal, ¿Tiene los datos del automóvil doctor?
- Si, color, marca, y los dos últimos dígitos de la patente.
- Con eso vasta y sobra, ahora me voy.
Saludo a Clara con un beso, un ademán de mano para mi y se fue con ese andar gatuno que poseía.
Nosotros dos, seguimos en lo nuestro, la atención de algunos clientes, que ya tenían sus casos casi solucionados, Clara entraba, tomaba nota, salía y volvía a entrar, cuando había cambio de personajes.
Así seguimos nuestras vidas, con normalidad por unos cuantos días. Santiago y Clara seguían con su vida de pareja, sin nombrar el caso para nada.
Casi al atardecer del último día del mes, regreso Santiago a la oficina, y se puso a hablar como si estuviera solo, Clara ya se había marchado.
- En la federal, me dieron todos los datos necesarios para encontrar al loco, que no es tan loco, pero si es un peligro para la sociedad, el automóvil es del suegro, él, esta inhabilitado para manejar, estuvo preso, por balear a alguien que él creyó, que se quería quedar, con en el negocio de distribución de drogas, que maneja con sus socios, cosa que escuche a la sordina, en el departamento de sustracción de automotores, le andan detrás los de drogas peligrosas, pero lo mejor, es que los socios, son todos patas negras de la zona oeste, habrá que adelantarse a mis colegas, si queremos sacar réditos económicos, por el caso.
Como él se calló repentinamente, le pregunte.
- Santiago ¿Hasta donde podemos llegar nosotros? ¿Podremos llegar sin peligro al final?
- Sin peligro no se, pero podemos intentarlo, el asunto es pensar en el negocio, que sea legal, que sea sustancioso, y que sea rápido ¿A pensar abogado?
- Bueno, ahora que tenemos identificado al imputado, vamos a presentar los escritos necesarios, para que lo identifiquen en la fiscalía, así va a figurar en el expediente, tan bien vamos a tener que identificar a algunos policías de los que intervinieron en el hecho.
- De eso me encargo yo, usted déle a los papeles -dijo Santiago- y piense en el negocio.
- Bueno lo voy hacer, dejemos pasar el fin de semana, este pinta para bonito, por qué no lleva a pasear a Clara, así descansa un poco, últimamente esta un poco tensa, supongo que es por los nervios, no se bien que le pasa, pero un paseo no le va a venir mal, les presto el departamento de San Bernardo, al cual quise vender un sin fin de veces, pero como era de mis padres, ahí esta, así que hay que aprovecharlo, antes que se lo queden los de la Afip , aquí tiene las llaves y la dirección, le dejo tan bien la dirección de mi amigo Claudio, que esta viviendo en la zona, no dude en confiar o pedirle lo que sea, él es un amigo de los buenos.
- ¿Usted no lo va a usar?
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