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miércoles, 16 de marzo de 2011

El Caso capitulo segundo.

Don sancho, nos explicaba, que este recorrido, es conocido por ser parte de una de las mas importantes etapas del campeonato mundial de rally, luego de casi una hora de recorrerlo, apareció en un claro del bosque, una cabaña.
          -Aquí vamos a desayunar-dijo nuestro guía.
          Bajamos, mientras Hércules salio disparado hacia el fondo de la misma, olvidando en su apuro al pequeño Matías, nosotros, preguntamos con asombro, ya que no se había separado de él en ningún momento.
          -¿Adonde va tan apurado?
          -Eso es  lo mas extraño de este perro-contesto el con voz rara-va en busca de sus padres, aunque los especialistas dicen que cuando crecen no los reconocen mas, este nos los olvida, ni ellos tampoco a el, es al único de la camada que reconocen, cada vez que vengo aquí, hace exactamente lo mismo, es el único momento que se toma sin obedecer mis pedidos, hasta que no juega un rato con ellos no vuelve ¡Vengan! Vamos a verlo.
          Hércules, se encontraba haciendo volteretas delante de un alambrado, detrás de este, había un par de bellísimos animales que lo miraban con ojos lagrimosos; mientras dos teros, alborotaban el lugar con sus clásicos gritos, de alerta.
          -¡Buen día Don Sancho! ¿Como esta usted? Cuanto hace que no venia por aquí.
          Casi grito, el gnomo del bosque, apareciendo por la puerta de un cobertizo que se encontraba adentro del vallado, el que mantenía separados a Hércules de sus  padres, en el corral, se veían varios animales de granja; patos, gallinas, cerdos, vacas, conejos, cabras, corderos, chivitos, todos mezclados y con las orejas en alerta, ante los gritos de los teros, quienes alertaron también al extraño personaje.
          Nosotros, viendo al hombre que se acercaba y a los animales que nos observaban, como si fuéramos nosotros los que estuviéramos en exposición. Preguntamos los cuatro a nuestro guía.
          -¿Qué hace esta persona aquí? En el medio del bosque.
          -¿Vive solo?
          -¿Quién es?
          -¿Por que viste así?
          Don Sancho, contesto rápidamente ya que el gnomo ya estaba junto a nosotros, separado por el alambrado.
          -Se llama Patricio, es el cuidador del bosque, él dice que es descendiente de irlandeses y viste así, para pasar desapercibido entre los árboles, es un raro ermitaño, que gusta de recibir visitas como negocio.
          Patricio, era una persona bajita y estaba vestido con un overol verde oscuro, cubriendo su cabeza, con un raro gorro, cuya larga y cónica parte superior, caía sobre sus hombros, dándole el aspecto de un  personaje salido de alguna historieta, concordando con el aspecto de nuestro guía.
          Los dos hombres, se dieron las manos, saludándose por el alambrado, Don Sancho preguntó.
          -¿Qué paso Patricio, que tiene a los perros adentro del corral? ¿Como esta todo por aquí?
          Él contesto diciendo y saludándonos.
          -Buen dia, vengan por la puerta que les explico.
          Mientras pasaba su mirada inquisitiva sobre nosotros, como si estuviera buscando al culpable de algo que le había pasado, ya en la puerta del gran corral, ubicado en el claro del bosque, en cuyo límite, se encontraba la cabaña.
          Don Sancho, nos presentó, como cinco turistas en busca de atractivos naturales, con un poco de aventura. A lo que conteste.
          -Si, eso es cierto, pero también estamos en busca de una persona.
          Don Sancho, sorprendido preguntó.
          -¿Cómo es eso de que buscan a alguien?
          Patricio también preguntó.
          -¿Aquí en el bosque?
          Conteste explicando el caso de Andrea, mientras nos acercábamos a la cabaña, los dos se miraron con complicidad y casi juntos, exclamaron.
          -¡La chica del restaurante! Que se fue a Buenos Aires a buscar a su hijo ¿Les dio el trabajo a ustedes? Nosotros, estuvimos haciendo lo mismo por aquí, su abuela, es amiga de nuestras familias y nos dio mucha lastima, que el crápula del marido haya hecho eso del secuestro del niño, como le va a sacar el hijo, a una buena persona y mejor madre, como lo es Andrea, si nosotros podemos ayudar, nos lo dicen.
          Ya estábamos acomodándonos en la sala comedor de la confortable cabaña, amueblada con muy buen gusto, con muebles rústicos, pero cómodos.
          Don Sancho, dijo que Patricio, preparaba el mejor café con leche de cabra de la zona, también, preparaba quesos duros y semi duros, dulce de leche, quesos untables y otras delicatessen, era un experto en esos menesteres, mientras él,  alababa todo lo que este hacia, Patricio, rápidamente llenaba la mesa con el desayuno, parecía imposible que un hombre bajito como lo era el, se moviese tan rápidamente, puso tantas cosas, que mas que un desayuno, parecía un abundante almuerzo, Matías, fue el primero en comer una de las grandes y rojas fresas, mientras en una  mano, sostenía una porción de tarta hecha con chocolate, crema y fresas, nosotros lo imitamos, alabando la destreza del cocinero, rápidamente, fueron apareciendo todos sus productos, también, rápidamente, fueron desapareciendo, en un subir y bajar de cucharitas y de cuchillos, que se sumergían en traslucidas y rosáceas mermeladas o potes con manteca, mientras se trituraban tostadas, que llenaban el cráneo con bulliciosos ruidos, tartas, que desparramadas sobre la lengua, llenaban la boca de sorprendentes y exquisitos sabores, haciendo que en nuestro cerebro, se encendieran chisporroteantes sensaciones de placer, todo, perfumado con un excelente  aroma a café con leche; calmando nuestro apetito mañanero, entre un concierto de sonrisas y miradas de asombro, Patricio, iba y venia de la cocina, mientras nos contaba lo que había pasado, para tener los perros en el corral. El motivo, fue un puma hambriento, salido de no se sabia bien de que lugar, había atacado la cría de una oveja y amenazado la vida de los otros animales, por lo que puso a los padres de Hércules junto a estos, mientras la gente de fauna, cazaba al animal, para llevarlo a un lugar seguro para todos.
          Ante el asombro de Don Sancho, que nadie le había comentado el hecho, Patricio, aclaro, que no lo divulgaron, por que fue algo aislado y no se quería alarmar a los turistas sin motivos.
          Luego de desayunar opíparamente, Don Sancho, nos pidió que fuéramos con  el a conocer una exquisitez paisajista del lugar, ya para ese momento, Hércules, se encontraba al costado de Matías, echado y atento, a los movimientos que hacia su protegido, parecía que habiendo aclarado el conflicto emocional con sus padres, volvía contento a cumplir con su cometido, no sacándole la vista de encima al pequeño
          Caminamos unos metros en dirección al bosque, ya que la cabaña, se encontraba casi sobre él, nos internamos en las frondas, siguiendo a los dos hombres guías, Matías, en brazos de Santi y casi colgado de sus pantalones Hércules.
          Tomados los cuatro de las manos, íbamos aspirando ansiosos (si vale decirlo así) la paz y el silencio de aquel lugar, fijando la vista, con la delectación de quien encuentra antiguos amigos, entre los cuadros místicos, que adornaba la naturaleza en aquel paraje, Don Sancho, se paro de pronto, indicándonos que nos acercáramos despacio al borde, a nuestros pies, se abría paso una profunda e inclinada picada, abierta en el bosque de manera natural y tan perfectamente construida, como si la hubiera hecho la mano del hombre, en ella y entre remolinos de aire tibio, se agitaban inquietas, las primeras hojas muertas de color otoño, abajo y a lo lejos, la villa y el lago, este, calmo e iluminado por el sol, aparecía como un grande y rutilante espejo.
          Todos, nos quedamos boquiabiertos, comentando con Don Sancho y Patricio, lo bella que era su provincia, que a cada rato, nos dejaba con la boca abierta, con su belleza inmarcesible, Don Sancho, aclaro que el aire tibio, se producía en esta época del año, por el cambio de temperatura exterior  y la tierra, dejaba salir su calor interno, que era paseado en forma ascendente y suave, por todas las sierras, volvíamos ya, con intención de seguir viaje, cuando Patricio dijo.
          -Estuve pensando, en lo que hablamos del caso de Andrea y creo que no estaría de más, hacerle una visita al fotógrafo oficial de villa General Belgrano, es un viejo zorro en su oficio y muy practico, tal vez, él, tenga una foto de ellos, nosotros no le preguntamos, porque no sabíamos bien que había pasado.
          Los cuatro, nos miramos, como si lo dicho fuera una bendición del cielo; le dimos las gracias por la idea y nos despedimos, con la promesa de volver a visitarlo  en un próximo viaje.
          Don Sancho, nos comunico, que nuestra próxima parada, seria el cerro de La Cruz, recorrimos un bello camino que atravesaba el bosque, entre subidas y bajadas, antiguos caseríos rurales, que originariamente, fueron tierras de cultura aborigen, se encontraban a la vera de las sierritas. De pronto, comenzamos el ascenso por una ladera, que solo con un diestro chofer se podría hacer, al rato, estábamos en la cima del cerro buscado, bajamos los siete,  Don Sancho, le volvió a decir a Hércules que cuidara al niño y a nosotros que camináramos un poco por la cima, que  el iba a arreglar el lanzamiento en parapente, con los instructores profesionales  del lugar.
          Las chicas dijeron que ellas no se tirarían, que les iban a dejar la experiencia a sus maridos, él, se alejo sonriente, nosotros comenzamos una recorrida por la cima, disfrutando la caminata, Hércules no se apartaba de Matías, siempre vigilado por los ojos atentos de Clara.
          Don Sancho, se acerco a nosotros diciendo.
          -Ya arregle dos bajadas, caminemos, que les explico que están viendo, a la izquierda esta Embalse, abajo Villa del Dique, a la derecha Villa Rumipal, ahí en esa dirección pasando el río, se alcanza a ver San Ignacio, el río se llama Santa Rosa, viene del norte y es uno de los varios afluentes del embalse del río tercero, mañana, iremos por ese camino para llegar al cerro Champaqui, ahora prepárense los hombres que nos acercamos a la hora del espectáculo, los chicos le van a explicar la técnica, en mi modesto entender, creo es el mejor deporte que hay, poder volar es el sueño de todo ser humano, desde las época de Leonardo Da Vince lo viene intentando y esta, es una experiencia extraordinaria, la paz que se encuentra en ello, es inexplicable, hay que sentirlo.
          Los chicos, eran los profesionales, mientras ellos nos daban las instrucciones, Don Sancho sacaba dos bolsas grandes y dos chicas, de la parte de atrás de la joyita y nos la alcanzaba diciendo.
          -Estos tienen los colores de boca y son de la buena suerte, cuando ustedes comiencen a volar, nosotros cinco bajaremos despacito para que los podamos ver y filmar.
          Las chicas, algo preocupadas preguntaron.
          -¿Es seguro, eso? ¿No van a tener problemas?
          Matías que escuchaba, sin entender nada, al escuchar la palabra volar, preguntó.
          ¿Papa y tío, volaran como pajaritos?
          -Si- contesto Santi- y un dia lo vas hacer vos.
          -Que lindo, que lindo, Matías pajarito.
          Y salio corriendo, dando  saltitos, agarrado del collar de Hércules, que dócilmente se acoplaba a los caprichos de su protegido.
          Bueno empecemos por lo primero, dijeron los chicos, sáquense las camperas y pónganse los trajes especiales y los cascos, que están en las bolsas chicas, luego vamos abrir los parapentes.
           Ya cambiados, ayudamos a desplegar los equipos; estos eran de colores vivos y como había dicho Don Sancho,  azul y amarillo; mientras ellos revisaban los arneses, nosotros saludamos a las mujeres, Paola Y Clara nos besaron con efusión, diciendo.
          -Suerte, disfrútenlo y tengan cuidado.
          Nuestros expertos instructores, nos colocaron los arneses y nos aprestamos a la gran experiencia, ya listos y enfrentados al viento, tomamos la distancia necesaria del borde, para hacer una pequeña carrera, dos factores importantes para el éxito del salto, fui el primero en saltar al vació, mientras mi guía, repetía las instrucciones al oído; al principio, caímos un par de segundos, pero enseguida nos elevamos, estabilizándonos y comencé la mas maravillosa experiencia vivida, después de conocer a Paola.
          Hábilmente,  el instructor me indicaba como bajar y subir, mientras nos alejábamos del borde del cerro, luego, vimos como se elevaba  Santiago y su instructor, mientras planeábamos alejándonos de ellos cada vez más, las chicas, Hércules, Matías, seguidos por Don Sancho, que cámara en mano, filmaba y fotografiaba nuestro salto, corrían hacia la camioneta.
          La sensación de volar, era inexplicable, había que hacerlo para entenderlo, habiendo pasado el primer momento de zozobra, en el lanzamiento al vació, nos dejamos deslizar entre la suave y tibia brisa, como si nos estuviéramos deslizando por un colchón de espuma, volamos sobre la villa y el lago, por espacio de media hora, sobre estos, se dejo de sentir la tibieza del aire, que se  desprendía de la tierra y el frío de la altura, se adueño de nosotros, sintiéndose aun con el traje especial, el casco y las gafas, con los que estábamos protegidos, el instructor, comenzó a decirme que bajaríamos al pie del cerro, al aproximarnos, comencé a ver a la familia, que agitaba frenéticamente los brazos, en señal de saludo, tocamos tierra en el lugar elegido, detrás nuestro lo hizo Santiago con su guía.
          Las mujeres, se aproximaron corriendo, para abrasarnos y besarnos con efusión, Hércules al lado de Matías, movía su corto rabo, dando muestras de su aprobación en la experiencia vivida, luego, Don Sancho, nos comento que algunas veces lo había llevado con el, en sus vuelos esporádicos y  él, sabia que le había gustado la experiencia, tanto como a nosotros ahora, sin dejar de explayarnos por lo vivido en esta ultima hora, guardamos los equipos, nos despedimos de los instructores y partimos en dirección a la villa, Don Sancho preguntó.
          -¿Supongo que aunque es casi media tarde, van a almorzar? Los voy a dejar en un buen lugar y dentro de dos horas los paso a buscar, para ultimar los detalles del viaje de mañana y de paso los llevo al balneario.
          Todos asentimos con, un bueno, que sonó a famélico. Hasta Matías contestó.
          -Hay que darle de comer a los pajaritos y a nosotros también.
          Todos reímos la ocurrencia del niño y como había calado hondo en él, lo de volar.
          Almorzamos, empanadas, chivito al asador, con papas gratinadas y un mesclun de hongos salteados en manteca, todo regado por un vino de la zona de Caroya. Mientras almorzábamos, comentamos lo dicho por Patricio, sobre lo del fotógrafo de Villa General Belgrano y por qué, Andrea no nos había dicho nada de el; también le preguntamos por la pareja, al solicito mozo que nos estaba atendiendo, él nos comento diciendo.
          -Miren que cosa rara lo que le paso a la pobre chica, acá en la villa, es muy querida desde chica y como salio adelante sola, luchando para mantener a la abuelita y ahora el marido le hace esa chanchada, que nadie puede entender, lo lamento mucho pero nos los puedo ayudar ya que nada se, espero que tengan suerte y puedan hallar al crápula ese y al pequeño, para que este con su madre como sebe ser.
          Dicho esto, nos preguntó si nos traía la cuenta, porque había visto la” joyita” de Don Sancho, estacionar en la puerta del restaurante. Él, dejo bajar al perro, que se aproximo a Matías con signos claros de alegría, este lo abrazo como si fueran íntimos amigos, con años de no verse, subimos,  cada uno en su lugar, Don Sancho, dijo
          -Hay un concurso de pesca en  lago, es el primer festival dedicado al Pejerrey y estamos a tiempo de ver salir las embarcaciones, con las capturas del día; mientras, arreglemos la salida de mañana.
          Luego de un sueño reparador de la energía gastada, en la encantadora jornada pasada, llena de aventura y misterio, esperamos a Don Sancho en el desayunador del hotel, equipados como lo pidió él, el pequeño Matías, llorisqueaba, diciendo con rabia, que con tanta ropa, no iba a poder volar como los pajaritos, la madre trataba de calmarlo, diciéndole que íbamos a ir a un lugar muy alto y bonito, donde podría jugar con nieve, eso y la promesa de que Hércules vendría con nosotros, lo calmo lo suficiente como para realizar tranquilos, un ligero desayuno.
          Llego Don Sancho, contento, nos comunico.
          -Estamos de parabienes, ayer, hable con gente amiga de traslasierra y me contaron, que aunque es época de lluvias y vientos, hacia rato que no lo hacia, como para tener complicaciones, solo lloviznada y poco, como para regar,  que seguía nevando por la mañana bien temprano, en el Champaqui. Así que creo que vamos a pasar una buena jornada llena de aventuras, que les párese, si se quedan  uno  o dos días mas, podemos hacer noche en la posada de unos amigos en San Javier.
          Las mujeres, nos miraron como pidiendo autorización y nosotros, le devolvimos la mirada, pidiendo lo mismo. Ya que a los cuatro nos agrado la idea, rápidamente, empacamos lo necesario como para un par de días.
          Partimos, tomando por la ruta provincial nº 5 en dirección norte, a pocos kilómetros se encuentra Villa Rumipal, cuyo puente, debíamos cruzar, este, la une con San Ignacio, por sobre el río Santa Rosa, uno de los mas importantes, que desembocan en el embalse del río tercero, luego de San Ignacio, Amboy, Villa Amancay, Río Grande, a la vera del embalse del Cerro Pelado,  el lago en donde en su orilla sur, se encontraba la mística y antigua capilla jesuítica. Luego ascendimos en dirección norte, hasta Yacanto de Calamuchita; mientras nuestros ojos, entre las umbrosas claridades del crepúsculo de un incipiente y límpido amanecer, se venían deleitando con tanta hermosura, de lagos, ríos, arroyos, cascadas susurrantes, bosques de pinares, el perfume fresco, del pasto húmedo por el rocío nocturno, el aroma de plantas de Piperina, Poleo, Marsella y Manzanilla, añosos árboles Molle o Aguaribay, Talas y Sauces, cubriendo el valle.
          Don Sancho, nos explicaba que las sierras grandes, llamadas de los Comechingones, corren de norte a sur y las historias de estos primeros habitantes del lugar, lo arraigan a uno a la tierra, con destellos increíbles, que hasta suenan fantásticos, por las tardes y sobre todo del lado Oeste, nada mejor que andar en bicicleta o montar un caballo, pedalear o galopar por la vera de la ruta provincial nº 14 o internarse en las calles de tierra, adquiriendo la experiencia de sentirse libre, por toda calle hay un atajo y por cada atajo una historia.
          Haciendo una pausa, volvió a hablar.
          -Este río es el Durazno, estamos cerca de un pueblo llamado Puesto Tres Árboles  y muy cerca del faldeo del cerro Los linderos, también de un pueblo con el mismo nombre, bajemos a tomar algo, que el almuerzo se va a atrasar algo.
          En un santiamén, armo una mesita en la que comenzó a poner tazas, termos con café, leche, azúcar, y un enorme paquete con facturas, todo fue desapareciendo rápidamente, entre voces de jubilo y asombro, al avistar las altas cumbres, que se iban iluminando, como si cientos de  veloces y diminutas hadas, estuvieran volando sobre ellas, derramando sus dorados polvos mágicos, lo que las hacia lucir brillantes, altivas y orgullosas de su inmensa belleza.
          Don Sancho, aprobando nuestra alegría, nos insto a continuar el viaje, llamando a Hércules que estaba con el pequeño Matías, juntando piedritas del cantarino y cristalino río Durazno, perro y niño se acercaron lentamente al grupo familiar, ya acomodados reglamentariamente, partimos hacia nuestro destino final, el cerro Champaqui, con sus mas de dos mil ochocientos metros de altura y  con sus suaves laderas, propicias para llegar alto en 4x4, para luego bajar hasta la Ventana del Valle de Traslasierra.
          Don Sancho, como buen guía turístico que era, comenzó a darnos  referencias históricas relacionadas con la zona que visitaríamos.
          -Hay varias versiones en relación al origen del nombre del Valle de Traslasierra, yo, me quedo con la que cree, que deriva del nombre Comechingón que significa “Serranías con muchos pueblos” nombre dado por los españoles a los naturales de la zona, en época de  la conquista, de ahí, que las grandes sierras se llamen de los Comechingones, ya estamos en la ladera del cerro linderos, subiremos un poco para que noten la diferencia, entre las bajadas y subidas bruscas de este, cosa que no vamos a tener en el Champaqui, a medida que vayamos ascendiendo, verán que las ollitas de los arroyos, son cada vez mas profundas, llegando algunas, a los diez metros, así que mucho cuidado con el niño, cuando paremos en una de ellas, también van a notar, que a mas alto estemos, el agua es mas pura, fría y dulce, con cascadas azuladas y espumosas, rodeadas de Chañares, abundantes Espinillos, Robles y Sauces, en una verdadera escalada, también encontraremos, además de cabras, burros, caballos, sapos, algún que otro reptil, como iguanas y  víboras, algún puma, todos inofensivos si no se los molesta.
          Todo lo decía entrecortado, poniendo mucha atención sobre el sendero abrupto, amanecido ya, en todo su esplendor, nos mostraba las altas cumbres y el valle, en un dia límpido y brillante.
          Luego de dar saltos y mas saltos, dirigió la joyita hacia el llano con suaves ondulaciones, camino mas cómodo para ella y para nosotros, no había pasado mucho tiempo, cuando encaro una subida, diciendo.
          -Esta es la ladera sur este del  Cerro Champaqui, iremos subiendo hasta el paraje llamado El Oasis, una de las ollitas que les comente antes, ustedes, vayan mirando hacia los cuatro lados, para no perderse el espectáculo, yo les voy a hablar poco para prestar atención al camino en ascenso, cuando vean algo que les llame la atención me preguntan.
          Nosotros, ya le veníamos haciendo caso en lo de mirar para todos los lados, dando pequeñas voces de jubilo, ante el espectáculo permanente que nos presentaba esta provincia.
          Mientras la joyita trepaba yendo ora para un lado, ora para el otro, vadeando arroyitos, bajando y subiendo hondonadas, pasando por encima de grandes rocas, el ascenso se hacia difícil y lento, pero no imposible, luego de subir un buen rato por la ladera del Champaqui, comenzamos a divisar zonas de traslasierra y el Valle de Calamuchita, desde lo alto se mostraba en todo su esplendor.           

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