Llegaste a mí por un camino,
camino lleno de hojas secas,
crujientes. Así sentí el corazón
al conocerte, esté, se disparo en
un rápido golpeteo. De pronto
entre las hojas secas, tembló
pavorosa la noche, en un desborde
de actitudes.
El alba, se vistió de oro y plata.
La mañana, rompía mientras, en
graves lamentos. Él corazón,
herido por un lacerante dardo,
de amor. Abría por dentro, un
camino ardiente
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