Nosotros, sorprendidos de verlo por primera vez apurado, nos miramos con preocupación, a lo que Paola preguntó.
-¿Adonde llegaremos tarde?
Él contesto diciendo.
-Para la primera parte de la sorpresa que les tengo preparada, miren y escuchen, el silencio de este pueblo. ¡Villa de Las Rosas! Se gano el mote de portal del Champaqui, ya que ofrece el camino mas corto de acceso al cerro.
Pero no todos los caminos conducen al cerro, Villa de Las Rosas, Capital del Senderismo, propone una serie de circuitos que bordean los arroyos que surcan la villa y sus alrededores, los que son ideales para hacer a caballo, caminando o en bicicleta, nosotros esperaremos los caballos en un paraje llamado Los Molles, lindante con los faldeos de las sierras y cerca de otro que se llama La Chacra , estos son los preferidos por muchos músicos y artesanos, que se decidieron a abandonar la ciudad y entregarse a un estilo de vida diferente.
De pronto, puso la 4x4 en su más baja velocidad, su motor, se escuchaba como si fuera el suave ronroneo de un gatito, acariciado por el lomo, lo apago, dejando que el vehiculo, avanzara solamente por la inercia del movimiento; ante nosotros, en los claros oscuros del espacio crepuscular, con ambos lados, cubiertos por el imponente bosque de arboles, Molles, Talas, Ceibos y Pinos, se asomaban las altas sierras.
Él, pidió que bajáramos en silencio, luego, sin producir ruido alguno, fue armando la mesa y las sillas, que llevaba en la parte posterior de la camioneta, volvió a pedir silencio, en un susurro casi inaudible para nuestros oídos, nos indico que nos fuéramos sentando, mirando las sierras, Hércules, se sentó al costado de Santi, que todavía no había podido despertar a Matías, sin dejar de mirar las sierras, con sus cortas orejas en atención, escuchando a Don Sancho, que estaba poniendo sobre la mesa, lo que iba a ser nuestro desayuno.¡De pronto! Se paro y lo miro, como diciendo, es hora, Don Sancho dijo bajito, presten atención, vean y oigan.
Los pájaros, naturales de la zona, comenzaron a cantar suavemente, en ese preciso momento, las sierras comenzaron a iluminarse, con todos los colores del arco iris, entre los cerros altos, el sol, se asomo, tímido, vacilante, anaranjado, fucsia, dorado, un deleite para los ojos, gran cantidad de pájaros multicolores, salieron a su encuentro, los primeros rayos solares, hacían brillar sus plumajes, como si estos estuvieran encerados, las hojas color ocre, se sumaron al espectáculo, dejando ver sus distintos tonos color otoño, Don Sancho, entre la algarabía de las aves, que lentamente, volvían a posarse sobre los árboles, preguntó.
-¿Y? ¿Que les pareció la primera de las sorpresas?
Todos le contestamos agradecidos, por el momento vivido, él, siguió con sus comentarios.
-Aquí, despertarse temprano, no molesta, no se necesita despertador, los pájaros lo despiertan a uno, con el mas hermoso cantar, las chicharras, en verano, casi ni ruido hacen.
Matías, con el cantar de los pájaros y nuestras voces de asombro, se había despertado, pidiendo el desayuno, los cinco lo acompañamos, saboreando los exquisitos manjares preparados para nosotros, por el dueño de la hostería, el amigo de Don Sancho.
Estábamos involucrados en la interesante tarea de hacer desaparecer las delicatessen puestas ante nosotros, cuando se escucho el relinchar de caballos cercanos.
Don Sancho dijo.
-Ahí viene nuestro transporte.
Apareció un gauchito, trayendo en reata, cuatro hermosos animales, de distinto pelaje.
Se bajo este, saludando a todos con un apretón de manos.
-Buen día ¿Y? ¿Que les pareció el lugar? ¡Este Don Sancho se las conoce todas! ¡Flor de guía se echaron! ¡Es el mejor de la zona!
Don Sancho, inquieto por las lisonjas, lo corto, preguntando.
-Bueno, bueno, no es para tanto. ¿Me trajiste lo mejor del lote? Mira que estos capitalinos, nunca subieron a un caballo, tal vez cuando chicos montaron uno de madera, en alguna calesita de barrio.
El gaucho, contesto riendo.
-Me extraña su duda Don Sancho, estos, son tan tranquilos, que hasta comen sentados y conocen los caminos mejor que usted, que ya es mucho decir a favor de ellos.
Don Sancho, cambio las llaves de la 4x4 por la reata de mansos caballos, diciendo.
-Ojo como la tratas, mira que esta más mansa, que estos caballos que trajiste, a la tardecita volvemos hacer el cambio, pero en la caballeriza.
Saludo el gauchito, deseándonos suerte.
Don Sancho, tomando de las riendas el caballo en que había venido el gaucho, nos indico que eligiéramos nosotros a quien montar, acariciándolos por la cabeza, para interpretar la aceptación de ellos para con nosotros, solo Clara, eligió al suyo, mirándolo solamente, fue un zaino cara blanca, según Don Sancho, nosotros, elegimos al mas cercano, ella nos llevaba ventaja en eso de elegir por cara.
Una vez que teníamos nuestras cabalgaduras de las riendas, nuestro famoso guía, nos dio una clase rápida de equitación básica, el decía, que era equitación turística, montamos, Matías, estaba eufórico, gritando, arre, arre caballo.
Don Sancho, nos fue guiando, por hondonadas con rientes arroyos, pequeñas cañadas entre los faldeos de las altas sierras, atravesamos bosques, con distintas especies arbóreas, los caballos, mansos, seguían al de Don Sancho, espantando con sus pasos, las hojas muertas, que cubrían los hermosos caminos serranos, produciendo leves sonidos a quebraderales, dejando a nuestra izquierda, el famoso bosque de tabaquillos, él, nos explico por donde estábamos.
-Aquí, estamos a la par de los Hornillos, luego viene Las Rabonas y mas allá, Nono, toda esta zona hermosa y atractiva, posee clima bien calido en verano, con temperaturas que suelen llegar hasta los cuarenta grados, mientras en invierno, son usuales las de cero a quince grados, se lo considera un clima aldeano o serrano, verán que la flora es variada, aquí sobre las faldas de las sierras, crece mucha jarilla macho, con la característica de que sus hojas, siempre miran al este, sirviendo como brújula a los caminantes, también, veremos varias clases de pencas y cardos, a mas alto estemos, menos plantas veremos, solo en las ollitas crecen árboles y arbustos grandes, mas abajo, vamos a encontrar Espinillos, Helechos, Cola de Zorro y como vieron al principio, Cañas Tacuaras, Sauces clásicos, mucho Algarrobo, con esa variedad de pájaros de colores, que allí en el saludo al sol vimos, Palomas de varias clases, Reinamoras, Tordos, Teros, Benteveos, algún Carpintero, Cardenales Amarillos y de Copete Rojo, mas arriba, con suerte veremos Halcones, alguna Avestruz y con mucha suerte, algún Puma solitario, sigamos por este camino con elevación, que por él, vamos llegar a la segunda sorpresa del dia, en una horita mas o menos.
Se callo él, como para que nosotros, asimilemos las explicaciones dadas con sabiduría, entre el silencio de la zona en cuestión, solo se escuchaba la vocecita de Matías, con su arre arre caballo, los caminos, no tenían ya hojas secas que espantar, solo pasto y arbustos amarillentos los cubrían, cuanto mas alto estábamos, mas techos se veían entre los árboles cercanos a la ruta nº 14 y los faldeos de las altas sierras, saliendo del mutismo en el que estaba inmerso, equidistante en sus pensamientos, Don Sancho comenzó a decir.
-Estamos en lo que se llama la Pampa de Achala, en donde se encuentran los dos cerros mas altos de la provincia, el Champaqui y Los Gigantes, este, esta mas al norte y la pampa, envuelve al parque nacional que preserva al Cóndor Andino, ya falta poco para llegar; en el faldeo este de las sierras, esta La Cumbrecita y mas allá el Dique de los Molinos, les digo esto para que se ubiquen de los dos lados, aquí cerca hay una quebrada, la pasaremos por un costado y de ahí, vamos a la sorpresa, aunque a estas alturas todo debe ser sorpresa para ustedes.
Los cuatro contestamos diciendo.
-Para mí -dijo Clara- con lo visto, ya ganamos el dia.
-Comparto lo dicho por Clara-acoto Paola.
-Realmente no la imagine así- dije asombrado por semejante belleza.
-Si si, realmente es una bellísima provincia la suya, Don Sancho-dijo Santi.
Bordeamos lentamente la quebrada, tapada por una lomita, se encontraba la sorpresa prometida por nuestro guía, entre arbustos enraizados en las rocas, como colgando de balcones, aparecía una cascada de agua cristalina, de unos treinta metros de altura, con varios saltos entre grietas coloridas, él, explico.
-Vean de donde nace el agua, parece una gran herida hecha en la roca, formando luego la cascada, que da forma al río, este, en su recorrido, va formando varios piletones de casi diez metros de profundidad, un lugar de nombre La Toma , con su lecho de piedra, se convierte en el paraíso de los clavadistas, en su serpenteante cause, lo acompañan pequeñas cascadas ollitas y lugares de belleza excepcional, también se le van uniendo vertientes y afluentes, como el de los Sanjuaninos, arroyo de aguas calidas, que se pierde en el Chico de Nono, cerca del Balneario Los Remansos y a mil quinientos metros de la plaza del pueblo, ahí, nos espera un asador criollo, con un costillar puesto desde la temprana mañana, entre sombras, para disfrutar el río y al mismo tiempo protegernos del sol del medio dia.
Luego de observar, por un buen rato la cascada y sus alrededores, continuamos nuestro viaje a lomo de los obedientes caballos, que sabían de antemano, todos nuestros movimientos, “solos” se dirigieron al camino de descenso, en el que le íbamos dando gracias a Don Sancho, por la segunda sorpresa del día.
Mientras reconocíamos, que lo dicho por él, era realmente cierto, al indicar lo bello del recorrido hacia el pueblo; largo el medio dia, atábamos los caballos al palenque del asador prometido, doloridos en el físico por la experiencia vivida, pero con el interior desbordante de alegría y bellas imagines. Almorzamos a la sombra de los sauces, escuchando el fluir suave y ágil del río, en su constante murmullo, que nos envolvía y nos trasportaba al espacio, sin profanar su eterna y santa calma, sus playas, ideales para el disfrute familiar, donde los chicos podían jugar tranquilos, ya que su profundidad no sobrepasaba los cincuenta centímetros, salvo en épocas de crecida, producto del deshielo de las altas cumbres, Matías, se encontraba en ella, custodiado por Hércules, que no se perdía movimiento del niño, tirándole abajo los montoncitos hechos con arena, provocando las carcajadas de su pequeño compañero de juegos. La paz del lugar, hacia que nuestros cuerpos, relajados y con el estomago lleno de manjares, disfrutara la recomposición del desgaste físico, producido por el hermoso paseo dado, Don Sancho, pidió que nos aprestáramos a partir, mientras ataba un largo tubo, a la grupa de su caballo, alcanzado por el dueño del lugar, llamando al niño, nos aprestamos a continuar con la aventura turística, excelente propuesta de nuestro guía.
Montamos los caballos, con más decisión que la primera vez, allá, en el saludo al sol, entre los coloridos pájaros cantores, Don Sancho, explicaba, mientras nos indicaba el camino a tomar, bordeando el rió Chico de Nono.
-El arroyo de los Sanjuaninos, con sus aguas calidas, lo va templando en su viaje a la juntura, lugar en donde se une con el Rió Grande, formando el lago La Viña , en donde se destaca su enorme paredón de mas de cien metros de altura, que lo trasforma en el mas alto de América del Sur, sus aguas, ocupan mas de mil hectáreas, haciéndose irresistible para los amantes de la pesca del pejerrey, del canotaje y del remo, miren, allí es la juntura, ahí, el agua se vuelve violenta, en la unión de los dos ríos, contrastando con las tranquilas del Chico de Nono.
Nosotros, siempre atentos a sus explicaciones, ya nos había llamado la atención el cambio de fuerza en el río, dejando aquello de susurrante y tranquilo, para convertirse en impetuoso y estruendoso, dando comienzo al lago, a este, lo fuimos bordeando lentamente por sus playas verdes y espaciosas, disfrutando verlo lleno de pequeñas y coloridas velas, que lo surcaban velozmente.
-Creo que viene bien el tiempo para la tercera sorpresa- aclaro nuestro guía- siguiendo por el borde del lago en dirección sur, nos acercamos al lugar llamado La Cola del Lago, donde se encuentra la represa, ahora, apuremos el paso, para que no se nos haga muy tarde.
Hincamos nuestros talones en las ijadas de los caballos, pero estos eran tan mansos, que apenas aceleraron la marcha, de lo que lo venían haciendo hasta ahora, pero fue lo justo y necesario, según Don Sancho, para llegar al vertedero del dique, pasada la media tarde, la que ya se acortaba rápidamente, por el avance implacable del otoño, escapándosele la luz, como se escapa el aire de un globo pinchado, desmontamos, atando las riendas de nuestro trasporte equino, a los matorrales cercanos, Matías, volvió al final de la cuerda de seguridad, para tranquilidad nuestra, ante la profundidad que se mostraba imponente ante nosotros.
Mientras mirábamos el chorro espumoso, que salia de la pared del dique con fuerza, como si fuera la sangría de alguna arteria de un ser viviente, Don Sancho, saco de la montura del caballo, el extraño tubo dado en el balneario El Remansó.
Nos acercamos curiosos, por ver lo que sacaba del tubo, él, saco un rollo de papel brillante y de varios colores, con varillas de cañas tacuara y piolines, desplegándolo ante nuestros ojos, era un enorme barrilete con forma halada, como si fuera un enorme cóndor andino.
Todos, gritamos de alegría, por la excelente ocasión que nos daba Don Sancho, de volver un poco a nuestra infancia, que se nos había escapado tan rápidamente, por las circunstancias de la vida misma y poder mostrarle a Matías, lo lindo que es remontar eso que lleva distintos nombre, según el país en que se lo haga volar, Papilote, Chiringa, Cometa, Barrilete, son algunos de ellos, contentos, nos aprestamos a llevar a cabo el vuelo de nuestro imaginario cóndor.
Logrado el propósito de Don Sancho, con la tercera sorpresa, él, nos miraba satisfecho, ora a nosotros, ora al volador entretenimiento, que se debatía para no caer de las alturas, que nos prestaba gustoso el alto paredón del dique Las Viñas.
Respirando otoño, nos fuimos retirando de las orillas del dique, para regresar al camino que nos llevaría a Villa de Las Rosas, en donde cambiaríamos la tecnología equina por la moderna 4x4. Allá abajo, dejábamos al río, que se perdía entre remolinos, espumas y curvas, alejándose de nuestra vista y camino, ya sobre la ruta nº 14, pasamos por la entrada de Las Rabonas, aunque habíamos visto varias casas repartidas aquí y allá, en los dos kilómetros que separan al dique de esta., Don Sancho, explicaba mientras incitaba a las cabalgaduras, al paso ligero.
-Las Rabonas, como muchos de los pueblos del valle de traslasierra, nunca fue fundado oficialmente, simplemente se formo a partir de que distintas familias llegaron a vivir en la zona, las familias mas antiguas son los Funes y los Zamora, todavía hay descendientes de ellos viviendo aquí; el nombre de este pueblo, es una verdadera curiosidad de nuestra historia, convive con otras versiones, pero esta es la más sólida. El ejercito del General José Maria Paz, acampo aquí, estando constituido con mujeres, se les corto a estas el cabello, para diferenciarlas de las que habitaban en la zona, eran “Las Rabonas”. Esta versión es muy interesante históricamente por su consistencia, ya que la región, era arrasada por los ejércitos de Federales o Unitarios, en busca de hombres, mujeres y alimentos.
Casi sin darnos cuenta, entretenidos por la voz y las interesantes explicaciones de Don Sancho; llegamos a los hornillos, Matías, dormía en brazos de su padre, agotado por la jornada pasada. Los pájaros, iban buscando entre ruidosa algarabía, su lugar en los árboles cercanos, el sol otoñal, de color rojizo, se ocultaba rápidamente de la gente, como diciendo, yo también estoy cansado, tengo derecho al reposo, mientras Don Sancho, explicaba el nombre de Los Hornillos.
-La mas creíble de las versiones, es la que viene del nombre Camichingon o Comechingón que como les explique antes, es, serranías con varios pueblos, pero para otros, tiene otro significado, que precisamente es bajo tierra, de ahí los hornillos, ya que los naturales del lugar, por razones térmicas, construían sus viviendas en posos, cubiertos por techos de piedras en forma abovedada, las cuales quedaban con forma de hornos, ya falta poco para llegar.
Al poco tiempo, llegamos al paraje donde Don Sancho, había alquilado la caballería, cambiamos contentos de tecnología y partimos a lomos de la 4x4, enseguida estábamos sobre el asfalto negro y rugoso de la ruta nº 14, luego, la intersección de las rutas nº 148 a Santa Rosa de Conlara y la ruta nº 20, que parte de Villa Dolores hacia San Luis y Mendosa, luego Las Tapias y el camino de entrada a San Javier.
Llegamos a la antigua hostería ya de noche, el cielo oscuro y calmo, presagiando frío intenso y posibles heladas, cubriéndose rápidamente de estrellas, nos recibió gustoso, porque nos había visto disfrutar a pleno, este maravilloso dia.
El dueño de la hostería nos invito a cenar, estaba asando un par de cabritos a las llamas en la cruz, acompañado de un mezclun de hortalizas multicolores de su quinta particular, para Matías, tenia marcada una porción de papas fritas.
Don Sancho, acepto por todos, casi gritando.
-¡Si! ¡Si!. Que vengan los cabritos y que sean regados por un buen vino patero, de la zona de Caroya.
Luego de la opípara cena, ofrecida por nuestro anfitrión, aparecieron amigos musiqueros con sus esposas, haciendo que la velada, terminara en algo sumamente agradable.
A la mañana siguiente, no helo, la noche, había traído un cambio en la dirección del viento, trayendo mucha humedad al ambiente, por lo que una densa bruma, se adueño del amanecer, cubriendo el tempranero paisaje, pero poco a poco, nos lo fue devolviendo, alto el sol, nos despedimos de nuestros anfitriones y de esta tierra fértil, de gente sencilla, amable y solicita, con sus placeres gastronomicos y sus paisajes insólitos.
Partimos, tomando la ruta nº 14 en dirección norte, ya en Villa de Las Rosas, nos internamos a campo traviesa, avanzando en dirección de” La Ventana ”, dejando de lado, los antiguos asentamientos de los indígenas Comechingones, hechos hace cientos de años atrás, escaleras de piedras, altares y otras cosas que no podríamos describir, Don Sancho, no nos podía explicar lo visto, o tal vez no quería hacerlo, diciendo que eran solo ruinas y que era mejor no saberlo todo.
En el camino recorrido, los fantasmas del pasado, al encontrarse con nosotros, dejaron de ser sombras, con sus voces susurrantes, sus cantos y mormullos. ¡Ahora! Estaban convertidos en imagines, de árboles, ríos, arroyos, cerros, cascadas espumosas y coloridas; ellos, nos despedían, de este maravilloso Valle de Traslasierra, diciéndonos en su silencio.”Vuelvan los esperamos” en nuestro interior, les contestamos “Seguro que volveremos” sabiendo que esto, quedo grabado a fuego, en algún rincón de la mente y nuestros corazones.
Ya sobre la cima de “La Ventana ”, Don Sancho, preguntó.
-Quieren hacer un pequeño recorrido por esta parte del valle o volvemos por donde venimos, visitaríamos en forma rápida algunos pueblos de por aquí, luego almorzaríamos en la finca de unos amigos y al anochecer estaremos en Villa del Dique.
Dijimos que si y comenzó el descenso, al rato de subir y bajar hondonadas, cruzar pequeñas quebradas y finas vertientes, estábamos vadeando un río, Don Sancho explico.
-Este río, nace en el Cerro Negro, se llama San Miguel, pasando aquella lomada, se encuentra Villa Alpina, es un pequeño paraíso sobre las sierras.
Ingresamos a Villa Alpina, por un lado no tradicional, bajando de las alturas como si fuéramos ángeles custodios, esta villa, es un pequeño pueblo con pocos habitantes, emplazada sobre los faldeos altos de las sierras, todas sus casas, tienen el clásico techo alpino, inclinado hasta tocar el suelo, su única plaza, pequeña pero bien cuidada, esta ubicada en el centro comercial en donde se encuentran, la capilla, y el club social, único edificio en el que el techo, distinto del resto, mostraba desafiante su parabólica figura, hicimos un pequeño recorrido por él, asomándonos a sus intrépidos balcones naturales, luego de que Don Sancho, saludara a unos conocidos, tomamos por un sendero pedregoso y “panorámico”, en dirección a La Cumbrecita , pueblo algo mas grande que el anterior, con reminiscencias centroeuropeas, con sus calles peatonales y algunos chalet con techos tipo ingles, que entremezclados, sobresalían, entre los de clásicos techos alpinos; construido en un bello lugar, en la base del cerro homónimo, de altura mas que mediana, en relación a sus altos parientes; sus habitantes, son muy cuidadosos en todo lo relacionado con la naturaleza y el medio ambiente, su capilla, de esbelta arquitectura, construida para albergar en su seno todos los credos, única en el país con esa característica, abierta las veinticuatro horas y los trescientos sesenta y cinco días del año, demostraba el crisol de razas que habitan este hermoso y tranquilo pueblo.
De La Cumbrecita , bajamos por un camino bien cuidado, en dirección este, hasta Villa Berna, luego al sur hasta Iniyaco y Athos Pampa, mas al sur, cruzamos por el puente del río San Miguel, el que habíamos vadeado en la bajada de “La Ventana ”; camino a Yacanto de Calamuchita, se encontraba la finca, La Chacra , cuya entrada de ripio y flanqueada por doble hilera de cipreses, terminaba a treinta metros de la vivienda, formando un playón, que hacia de patio, jardín y estacionamiento; la casa, rodeada de una pradera verde, con un cercano y zigzagueante arroyo, bordeado de sauces jóvenes, mostraba sobre un rincón del techo, la chimenea, por la que ascendía recto, un hilillo de humo azul; de un cobertizo cercano, salio un hombre acompañado por una perra ovejero, nos había visto llegar y hacia señas saludando de lejos.
-Su construcción hace honor a su nombre -dijo Don Sancho, señalando la casa- de origen quechua, que significa finca rural, destinada a la labranza, con la vivienda rustica y aislada, con la diferencia, que esta, es rustica por fuera y un lujo por dentro.
El amigo de Don Sancho, de nombre Gabriel, se acerco a nosotros, invitándonos a pasar a un gran recibidor en donde crepitaban los leños que producían el hilillo de humo, luego de saludar a su amigo con efusión, diciendo con cariño.
-¡Eduardo! Que alegrón me diste, cuando me avisaste esta mañana, que venias con unos clientes, para almorzar aquí, las ganas que tenia de verte, como esta tu señora.
Nosotros, no dejamos de prestar atención a la forma que Gabriel había llamado a su amigo, usando el verdadero nombre de este, siendo el único, de todos sus amigos y conocidos que lo había hecho así.
-¡Si! ¡Si! Ya se lo que piensan- dijo él, leyéndonos el pensamiento- Gabriel y mi señora, son los únicos que me llaman así, porque él, me conoció en Perú, su país natal, es de origen quechua, de ahí el nombre de la finca, es un peruano traído a la fuerza, por una tozuda turista cordobesa, que se enamoro de el en su país y aquí esta, en esta maravillosa provincia y en este lugar hermoso.
-Enamorado, de mi señora-dijo él- y de esta provincia, que me acogió amablemente, en donde tengo muy buenos amigos, como Eduardo y si tuviera que decir que si extraño mi país, diría que si, pero lo que mas extraño, es la gran variedad de peces, moluscos y mariscos, que hay en donde yo vivía, “Chimbote”, una ciudad costera y muy bonita, aquí, solo pesco truchas, pejerreyes y carpas, hablando de truchas, tengo seis, puestas a la parrilla y unos filetes de pejerrey en escabeche ¿Les párese bien para almorzar?
Si esta bien, contestamos los seis, ya que Matías observaba y escuchaba, sin perderse detalle de la conversación, estando atento a todo, preguntó.
-Si, muchos pescaditos para nosotros, pero Hércules no come pescado ¿El que va a comer?
-Para Hércules tengo algo especial-dijo Gabriel- miren, ahí viene mi señora de su huerta, no deja que nadie la ayude, solo lo hace un empleado, con el arado y cuando es muy necesario.
La señora, venia agitando su brazo libre, mientras en el otro, traía una canasta llena de verduras, la mujer, muy bonita ella, representaba unos treinta y seis años; al llegar, saludo a todos y abraso a su amigo, preguntando.
-¡Don Sancho! Cuanto hace que no venias. ¿Como esta tu señora? ¿Y este lindo varoncito, quien es? ¿Cómo te llamas?
-Matías y esos son mis papas y mis tíos.
Mientras ella dejaba la canasta en el suelo, él se acerco para darle un beso, ella lo levanto abrasándolo y besándolo, con manifiesto cariño, mientras decía.
-Es un nene muy simpático, quienes son los papas y los tíos, a Don Sancho ya lo conozco.
Nos dimos a conocer como socios y amigos. Laura que así se llama la señora de Gabriel volvió a abrasar a Don Sancho.
-Bribón, que mal amigo estas hecho, cuanto hace que no venís por la finca, ¿Como esta tu señora?
-Todo bien por casa-dijo él abrasándola.
Ella, lo soltó, llamando a Hércules.
-Hércules, veni que para vos también hay mimos.
Él, dejando de jugar con la perra ovejero, se acerco, frotando su hocicó, sobre las piernas de ella, mientras Laura le acariciaba la cabeza.
Los tres se enfrascaron en una conversación de amigos, que para nosotros, no tenía mucho sentido, al darse cuenta del error cometido, en dejarnos de lado, pidieron disculpas, diciendo que fue, por no verse desde hace mucho tiempo.
Enseguida, prepararon todo para almorzar, sirviendo el escabeche y luego las truchas, con vegetales grillados, en la conversación de sobre mesa, Don Sancho, comento del caso de Andrea y que nosotros, estábamos haciendo averiguaciones mientras vacacionabamos.
Ellos no conocían bien a la chica, pero se habían enterado de lo que le paso, Laura preguntó
-¿Como les esta yendo en las vacaciones? Espero que bien, porque tienen un buen guía y la zona se presta para ello ¿Y del caso de esta chica Andrea, averiguaron algo?
-Las vacaciones, perfectas -conteste- en cuanto al caso de Andrea, es como encontrar una aguja en un pajar.
Ella, volvió a preguntar, curiosa.
-¿Cómo fue, que ella siendo de Córdoba, los contrato a ustedes que son de Buenos Aires?
-Por intermedio del dueño del restaurante en donde trabaja, en la zona Oeste del gran Buenos Aires - contesto Santi- él, es conocido nuestro, un día fuimos a almorzar y allí nos contó lo que le paso.
Santi, se explayo contando todos los detalles de cómo fue el encuentro con Andrea, Laura, escuchaba con los ojos acuosos, Gabriel, haciendo gestos de desaprobación, Don Sancho, prestando atención a los detalles, las chicas, acompañando con la cabeza el relato, yo, haciendo leves observaciones, Matías y Hércules, jugando en el patio con la Ovejera , luego de contar todo, preguntó
-¿Cómo harían ustedes para solucionar esto?
-La verdad es cosa de no creer- dijo Gabriel.
-Muy raro todo -dijo Don sancho- me suena como a muy preparado, no fue algo espontáneo.
Santiago, me miro diciendo.
-Es una posibilidad, nosotros no lo habíamos pensado así ¿Que pensas Guille? Puede ser premeditado.
-La verdad, no lo se, tal vez si, por la obsesión de él, en hacerle hacer tantos estudios, pero y el motivo, seria muy loco que fuera solo secuestrar al niño.
Don Sancho, preguntó.
-¿Cómo es eso de los estudios? ¿Qué es lo que les pareció raro?
Mientras contaba, lo que habíamos averiguado en la clínica Privada de Embalse, Gabriel y Laura, mantenían una conversación en voz baja, como para no dejar de escuchar, al terminar mi relato; Gabriel, que no dejaba de ser aguijoneado por Laura, quien le decía contalo, contalo, dándole leves golpecitos en el brazo, dijo no muy seguro de lo que decía.
-No se si hago bien en decir esto, pero Laura quiere que lo cuente; el caso es que hace unos meses, que no aparece por aquí, el vendedor de Agroquímicos, el que nos provee de los productos necesarios, para la siembra de los cultivos de hortalizas, como fertilizantes, pesticidas, herbicidas, etc. el muchacho, bien parecido, es de más o menos de la edad del marido de Andrea, según dijeron ustedes y tiene o tenía un auto azul, no sabemos la marca, porque siempre lo dejaba bajo los árboles del camino, lo más probable, es que sea solo un retraso en sus viajes por la zona.
Santiago, me miro, como preguntándome ¡Será esto la punta del ovillo!
-El muchacho se llama Gabriel-dije esperanzado.
-¡No! no, el vendedor no es tocayo mió, se llama Antonio, además esta casado y no tiene hijos, eso lo se, porque una vez hablamos-dijo él señalando a la esposa- de que vos tampoco podías tener chicos, como le pasa a su señora, tampoco es de Buenos Aires, es de Rosario.
Don Sancho, puso voz melodiosa, como encantador de serpientes toca la flauta, para decir.
-Sigo pensando, en que aquí hay algo muy raro, lastima no tener una foto, van a tener que ir a Villa General Belgrano y averiguar si el fotógrafo, les saco o no, una fotografía el día del casamiento.
Laura y Gabriel, preguntaron que pasaba con el fotógrafo y Don Sancho, les explico la idea de Patricio, ellos aprobaron la idea y Laura, propuso diciendo.
-Bien, si consiguen una foto del muchacho, la podemos ver y así, saber si es o no, el vendedor de agroquímicos, uno nunca sabe que puede pasar por una mente enferma.
-Eso es lo que siempre digo yo, pero esto es más que una alteración sicológica, seria una locura total-opine mirando a las chicas, que ponían cara de no entenderme.
-Solo el que quiere mucho tener hijos-dijo Laura-puede entender ese tipo de locura.
-Bueno, que les párese, si dejamos de hablar de eso y nos preparamos para partir-dijo Don Sancho.
Nos despedimos de nuestros anfitriones, dejando en claro, que veríamos la forma de mostrarle la fotografía del marido de Andrea, si existía alguna.
-Eduardo, salgan siguiendo el alambrado del fondo-indico Gabriel- bordeando un campito sembrado de coles, luego tenes varias hectáreas, compradas hace poco, recién aradas y preparadas para sembrar trigo o maíz, hasta la tranquera es nuestro, luego es de la provincia y así podes llegar a pasar por la cañada El Durazno, a tus clientes les va a gustar, de ahí a Amboy es un paso.
Se abrasaron, prometiendo visitarse mas seguido, nosotros, ya estábamos acomodándonos en la 4x4, partimos siguiendo las indicaciones de Gabriel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario