Mientras comentábamos lo lindo de haber almorzado con sus amigos, Don Sancho, contó el porque le decían así.
-Desde siempre, fui el gordito del barrio y cuando estaba en el colegio, me hicieron interpretar el papel de Sancho Panza, el escudero de Don Quijote y como me equivoque en la letra, diciendo que era Don Sancho, mis compañeritos, comenzaron a llamarme así, luego fueron todos los que me llamaban de esa manera y como yo nunca me enoje, quede con ese sobrenombre, ahora soy Don Sancho para todos, miren ya estamos en la tranquera.
Él, paro la camioneta, mientras yo me ofrecía para abrirla, lo hice, preguntándome cual seria la razón de no tener sembrado tanto campo, al subir, se lo pregunte a Don Sancho, él contesto.
-Seguro que es por el conflicto que sostienen con el gobierno.
Al poco tiempo, estábamos en la cañada El Durazno, esta, es una hondonada entre dos lomas bajas, cubiertas de plantas salvajes de duraznos, Don Sancho, nos explico que era una antigua finca de frutales, abandonada hace muchos años por los indios naturales del lugar, que lo lindo era verla en primavera, con los azares abiertos, cubriendo las laderas, por el centro, entre piedras y pequeños arbustos, corría un delgado y serpenteante arroyo, que terminaba desembocando en el Río Amboy, al salir de la cañada, nos encontramos con el camino que lleva al pueblo de Amboy, de ahí a San Ignacio, luego, cruzamos el puente sobre el Río Santa Rosa, bordeando Villa Rumipal, llegamos a Villa del Dique, con el tiempo justo, para ver difuminarse las alargadas sombras, que producían los últimos rayos solares, que al ocultarse detrás de las altas cumbres, entre nubes rojinegras, describían un sin fin de movedizas figuras, de color naranja rojizo, con reflejos dorados, iluminando los picos mas altos; ya entrando en los claroscuros del fin del día, nos despedimos de Don Sancho, prometiendo tenerlo informado, sobre el caso de Andrea, mientras Clara, le extendía un cheque por sus invalorables servicios, quedamos con Santi, en encontrarnos para cenar, luego de ducharnos y cambiarnos de ropa.
Cenamos, disfrutando el hacer comentarios sobre el viaje realizado y decidiendo concretar los planes para el día siguiente, acordamos salir no muy temprano; haríamos una recorrida por Villa Rumipal y Santa Rosa de Calamuchita, almorzaríamos en esta y luego completaríamos los veinticinco kilómetros que separan Villa del Dique de Villa General Belgrano, esperando tener la suerte, de que su fotógrafo profesional, le haya sacado fotografías a Andrea y a su marido.
Después del desayuno, llevamos el automóvil de Santi, a un taller especializado, aceite, agua, aire en las cubiertas, fueron controlados antes de la partida, luego completamos el combustible. Sobre la margen norte del Embalse del río tercero, al pie de las sierras chicas y alrededor del cerro Rumipal, en tierras bañadas de frescura y variados colores, se encuentra, “Villa Rumipal”, este tranquilo poblado, elegido por aquellos que desean un verdadero descanso, con sus playas y balnearios, es uno de los más concurridos de toda la región; sus amplios espacios, que combinan césped y arena, son ideales para la práctica de las más variadas actividades recreativas, como todos los pueblos que se levantan sobre el enorme y bello lago, intercalando actividades náuticas, con todo lo relacionado con sus sierras, nosotros, hicimos un breve recorrido por él, ya que las dos veces, que lo habíamos cruzado, una fue de madrugada y la otra al atardecer, este pueblo, con sus cinco barrios bien demarcados, nos pareció realmente bonito, sobre todo, la zona antigua, desarrollada su urbanización en torno al cerro mirador, que le da nombre al pueblo.
Ya sobre la ruta nº 5, yendo en dirección hacia Santa Rosa de Calamuchita, el cielo, se nublo repentinamente y al llegar a la entrada de la ciudad, comenzó a llover con fuerza, por lo que decidimos continuar hasta Villa General Belgrano, buscar alojamiento y almorzar en esa.
Entrando a la villa, amaino la lluvia, convirtiéndose en una leve llovizna, solo el viento alteraba la calma de las casas, las calles, la ciudad toda, fue la ocasión propicia, para poder buscar tranquilos alojamiento, lo hicimos cerca del centro, en el Hotel Berna, a la vuelta de la municipalidad y del registro civil, en él, almorzamos, pasando una tranquila tarde y una noche de reparador reposo.
A la mañana siguiente, salimos en busca de nuestro objetivo, mientras las voces de los transeúntes, se elevaban y descendían, bajo la calida luz solar, que cubriendo la ciudad, anunciaba la calma luego de la tempestad, esta, es una ciudad en la que los visitantes, se dan cuenta en el acto, de sus raíces centro europeas, alemanes, austriacos, suizos, se entremezclan con la tranquilidad y el aire puro de las sierras cordobesas, los primeros inmigrantes que llegaron a estas tierras, impusieron su arquitectura y su gastronomía, principales atractivos de la villa, con restaurantes y cervecerías, en donde abunda el Chucrut, las salchichas tipo Frankfurt, con las demás comidas típicamente alemanas, hasta los fiambres son preparados como en ese país y la cerveza artesanal, con sus confiterías, en donde su exquisita repostería tipo Suiza, trasciende los limites de la provincia, hasta las misas, se dan en alemán; esta ciudad, es especial para el descanso o para usar como punto de partida, para excursiones lejanas o cercanas, como visitar a pie, Pozo Verde y la Quebrada de la Zarzamora , sobre las sierras y si se tienen muchas ganas de caminar, llegar hasta al Cristo Grande, algo mas alejado; dentro de la villa, recorrer el Paseo de los Arroyos, que con su gran cantidad de puentes construidos artesanalmente, con columnas y barandas hechas de maderas duras, la cruzan en varias oportunidades en su trazado y arquitectura, entre ondulados terrenos, los que ayudan a darle tipicidad alpina.
Reforzados sus habitantes, en 1940, por la internacion en gran parte, de los tripulantes del acorazado Alemán, “Admiral Graff Spee,” hundido en la llamada batalla del Río de la Plata , en la segunda guerra mundial, los que luego de la guerra, decidieron quedarse en ella, uniéndosele los parientes cercanos.
La villa, celebra la Fiesta de La Masa Vienesa en semana Santa, la Fiesta del Chocolate Alpino en Julio y la Fiesta Nacional de La Cerveza en Octubre.
Nosotros, fuimos derecho al patio cervecero, una plaza, ubicada enfrente de la municipalidad y del registro civil, en donde hay varios barcitos e instalaciones para el festejo de la Fiesta de la Cerveza , un viejo fotógrafo, se encontraba en ella, ofreciendo sus servicios a los tempraneros turistas que la recorrían, nos acercamos a él y le preguntamos, si se acordaba el haberle sacado fotos, a una pareja de recién casados, en que el marido, no quisiera las mismas, hace casi dos años atrás y en que la joven, de nombre Andrea, oriunda de Villa del Dique, era conocida de Don Sancho, un guía turístico de la zona de Embalse. El viejo fotógrafo, ante nuestra pregunta, se sobresalto, contestando.
-¡Si! ¡Si! Como no me voy a acordar de ellos, si conozco a Andrea de pequeña, fui amigo de sus padres, pero el muchacho, se enojo mucho conmigo, por mi insistencia en sacarles una fotografía saliendo del registro civil y como es mi trabajo, si que la saque, pero alejándome lo suficiente, para que no me vieran, por si después se arrepentían, pero mas me acuerdo de ellos, por la expresión de él, en ese momento; lo que luego, se reflejo en la fotografía, tal vez ustedes lo ignoren, pero en las mismas, se suelen ver los reflejos del alma y este muchacho, muy agraciado físicamente, de ojos garzos, expresivos, pero llenos de lumbre mas que de luz; digamos que esta fisonomía, habría sido en su momento, creada ex profeso para reflejar felicidad, pero el dolor, la había encapotado de aciagas nubes. ¡Nada más simpático en sus momentos de fugitivo alborozo y confianza! ¡Nada más huraño y feroz que su tristeza! ¡Nada más violento y extremado que su ira!
Los cuatro, ante las palabras del fotógrafo, nos quedamos estáticos y enmudecidos por el asombro, ante la vehemencia que él puso en ellas, describiendo al marido de Andrea, como a un ser perverso o enloquecido, lo que nos hizo pensar en las palabras dichas por Laura, la esposa de Gabriel; los gritos de Matías, pidiendo un dulce, ofrecido por un vendedor callejero y el largo suspiro del fotógrafo, dado por el agobio producido en él por nuestras preguntas, las que le hicieron recordar ese mal momento, nos sacaron de ese estado de estupor, en que habíamos caído, el fotógrafo, luego de esa breve pausa, tomada como para poner en orden sus pensamientos, continuo con su relato.
-Pero es mejor que la vean ustedes con sus propios ojos, para entender lo que digo, vivo aquí cerca, acompáñenme que se las muestro.
Santi, dijo balbuceando, todavía consternado por la situación en que nos había puesto, lo dicho por este personaje, sensible y carismático.
-Si, si vayamos a su casa, así nuestra experta en caras, le hace un análisis psicológico al sujeto.
Nos dirigimos, con el paso rápido, impuesto por nuestro eventual informante, por la Avenida Julio Argentino Roca, luego de recorrer algunas cuadras, avistamos uno de los varios y famosos puentes, que cruzan sobre los arroyos que recorren esta simpática y pintoresca ciudad, el fotógrafo, comento explicativo.
-Este arroyo, se llama El Sauce, al que mas adelante se le une el arroyo La toma y es una derivación del arroyo Los Molles, doblemos aquí, esta calle se llama Corrientes, yo vivo sobre Chile, detrás del dispensario municipal y a la vera del arroyo.
Llegamos a la casa, adornada en sus contornos, con flores de estación, alegrándonos la vista, las Violetas de los Alpes, nos saludaron al pasar, por el colorido jardín, al que nos hizo ingresar el fotógrafo, en dirección a su taller de revelado, ubicado en la parte trasera de la vivienda, mientras el arroyo vecino, con un susurro espiritual, endulzaba nuestros oídos, a su paso cantarino.
-Vivir aquí -dijo él, mientras buscaba dentro de unas cajas- es como vivir en el paraíso, entre tantos problemas que existen en el país, los que por ahora, no han llegado hasta esta bella y tranquila ciudad, miren, aquí esta la fotografía.
Nos la alcanzo, era del tamaño de tarjeta postal, nuestros corazones, se agitaron al unísono, fibrilando con fuerza, ante la posibilidad de conocer al hombre, que se había casado con Andrea y había raptado a Santiaguito, la fotografía, mostraba a una Andrea feliz, llena de luz y esperanza, sin llegar a saber, lo que le depararía el oscuro destino, el marido, se mostraba como ausente o inmutable, del importante paso dado; el tartufo, impertérrito, salía del registro civil, como si lo realizado, fuera un acto inverosímil, uno mas de los que podría haber realizado en su vida, Clara, observo el rostro del muchacho, aprobando lo dicho por el fotógrafo, era el rostro de una persona, ajena al acto realizado, un rostro, con el dolor y la maldad, gravada en la expresión, un rostro, con la conciencia oculta, quien sabe porque, por fin el fantasma buscado, tenia cara, había dejado de ser algo difuso, para convertirse en algo real. Le agradecimos al fotógrafo, antes, tuvimos que explicar lo ocurrido con Andrea, hecho que él desconocía, ya que hacia años que no salía de la villa, tan bien, hacia mucho que no veía a Patricio o a Don Sancho, nos despedimos de él, dándole las gracias por darnos la foto, tan importante para solucionar nuestro caso, ayudando a Andrea a recuperar a su hijo.
Luego de retirarnos de su domicilio, haciendo caso de la recomendación del fotógrafo, para que volviéramos a nuestro punto de partida, por un sendero que bordeaba al susurrante arroyo El Sauce, en dirección al Parque Cervecero y al cruce con el arroyo La toma, en este paseo, nos dimos cuenta, que Villa General Belgrano, es una ciudad peatonal, por la gran cantidad de puentes, que cruzan los arroyos, solo transitables para personas a pie o en bicicleta, todos con su estructura de madera oscura, con la que entremezcladas con piedras, hacen los frentes de las casas y las verjas de los coloridos y bien cuidados jardines, ya en el cruce de los dos arroyos y como era temprano para el almuerzo, continuamos por el sendero del arroyo La Toma , hasta la avenida San Martín, ahí, buscamos una cervecería, ingresamos en una de nombre llamativo ”El Viejo Munich”, la tibieza del día, se prestaba para almorzar, salchichas con chucrut, ensalada de papas y huevos, todo regado por una buena cerveza negra, elaborada en el lugar, Matías, acostumbrado por los padres a comer variado, a toda costa, quería probar el chucrut, a lo que ellos le propusieron que comiera, solo las salchichas y la ensalada, prometiéndole que por la tarde, lo llevaríamos a los juegos, luego fuimos hasta la casita de información turística, sobre la avenida Julio Argentino Roca donde nos recomendaron, visitar la Torre Mirador , sobre la misma avenida, luego el Paseo de los Artesanos, a un costado del Parque Cervecero y de ahí, pasar al Bosque Encantado de Don Otto, en la calle Rivadavia y los bordes del Aeroclub.
“La Torre ”, nos regalo un bello paisaje panorámico de la ciudad, “El Paseo de los Artesanos”, nos aligero los bolsillos, ante las compras que hicieron las mujeres, llenando bolsas de recuerdos y regalos, para amigos y parientes cercanos, el “Bosque de Don Otto”, que realmente parecía encantado, nos hizo pasar un excelente momento, viendo disfrutar a Matías, entre distintos juegos, donde se destacaba una calesita, con figuras haladas y coloridas, todos los empleados, se encontraban vestidos a la usanza alpina, animales de granja y personajes de cuentos, deambulaban por el predio, como La Pastora con sus ovejas, Pedro, Heidi y el Abuelo, los que tenían su propia cabaña, en una loma natural, con la cima cubierta de nieve artificial, Caperucita Roja, perseguida de cerca por el Lobo, un Pinocho, contaba historias, entre tantos otros personajes, pero no todo el disfrute, fue para Matías, también lo hicimos nosotros, recordando los cuentos infantiles, de nuestra lejana niñez, ya anochecido, logramos sacar al niño, quien realmente había pasado un momento sumamente agradable, junto con otros, que no se querían ir del lugar, pero como tenían que cerrar el parque y al ver que fueron guardando los animales en sus corrales, dándoles de comer, se dieron cuenta, que era la hora de la cena y de ir a dormir, ya en el hotel y luego de cenar, Matías se rindió al sueño, cosa que nosotros, aprovechamos para hacer una larga sobre mesa, con café y coñac de por medio, comentando la suerte de haber hallado la fotografía del marido de Andrea, en silencio, dimos tres “hurras, por Patricio, el ideólogo de la pesquisa y por el terco y viejo fotógrafo profesional, que se empecinara en sacar la misma, a pesar de la cruel negativa del muchacho, ahora, teníamos que organizar la identificación del marido de Andrea, lo primero, seria mostrarles la fotografía a Laura y a Gabriel, para ver si coincidía con el rostro de Antonio, a partir de ahí, desarrollaríamos los pasos a seguir o volvíamos todo a foja cero o tratábamos de ubicar a este, nuestra duda, comenzó cuando Santiago preguntó.
-¿Llegaremos sin problemas a la finca? ¿O tendremos que volver a buscar la ayuda de Don Sancho? Pongo todo en la balanza, ¿Podremos llegar en el auto? ¿No nos perderemos por el camino?
-Lo mejor-conteste-seria averiguar el estado de los caminos antes que nada, luego averiguar la forma de llegar desde aquí, estando en la finca, le preguntamos a ellos, cual es la forma de regresar, según el camino que tengamos tomar, dependiendo del reconocimiento o no del personaje de la fotografía.
-Bueno, ahora vayámonos a dormir- dijeron las chicas- mañana lo decidiremos.
A la mañana siguiente, fuimos directamente a la casita turística, para recabar datos de cómo llegar a la finca de los amigos de Don Sancho y el estado de los caminos.
La empleada, atenta, ante nuestro requerimiento de información, realizo un par de llamadas a vialidad provincial, luego de una breve conversación, nos explico lo hablado y el camino a recorrer.
-Los caminos están bien, son del tipo de asfalto mejorado, pero bien transitables, ahora les explico como llegar, sigan por la avenida Julio Argentino Roca hasta Corrientes doblen a la derecha, crucen el arroyo, a un kilómetro, la calle hace una curva a la derecha y cambia de nombre por el de Av. Argentina, continúen por esta, hasta llegar a una te, doblen a la izquierda, a la derecha van a los Reartes, el primer pueblo es I.O.S.E., luego viene Alta Vista, a los pocos kilómetros aparece Athos Pampa, al pasar el pueblo, hay otro cruce, doblen a la izquierda, a la derecha, se va a la Cumbrecita , ese camino, los lleva a Yacanto de Calamuchita, si tienen el automóvil en buen estado no van a tener problemas.
Las explicaciones de la empleada, mas el numero de teléfono de un auxilio vehicular de la zona, nos dio la tranquilidad de emprender el viaje sin llegar a tener zozobras, por lo desconocido, partimos según las indicaciones de la atenta empleada, con la esperanza puesta, en que el marido de Andrea, sea el desaparecido vendedor de Agroquímicos, antes del medio día, estábamos ingresando por el camino de entrada, a la finca La Chacra , fuimos recibidos por Laura y su perra Ovejera, enseguida, nos hizo pasar al recibidor, contenta de nuestra llegada, explicando que Guillermo, se encontraba en el campo, luego preguntó.
-¿Supongo que su visita esta relacionada con la fotografía?
-¡Si!- contestamos con ansiedad.
-Haber, muéstrenmela y nos sacamos las dudas, si es o no Antonio.
Clara, saco la fotografía, mientras se la alcanzaba, en esos segundos, pensé en que si era reconocido, debíamos darle las gracias, a Don Sancho, por haber preguntado, allá sobre La Ventana , si queríamos conocer esta parte del valle y la visita a sus amigos, sin saber que importante se convertiría esa casual visita, para nuestro caso.
Vimos, que Laura, empalidecía mirando la fotografía, en ese momento, Gabriel, agitado, ya que había venido corriendo, al ver venir el automóvil, sin saber que éramos nosotros, entro al recibidor, en donde estábamos reunidos, Laura se volvió hacia él, diciendo.
-Mira esto.
Gabriel, nos saludo mientras tomaba la fotografía, nuestros corazones, saltaban en nuestros pechos, ansiosos de la respuesta, solo Matías, estaba tranquilo, jugando con la Ovejera.
-No lo puedo creer-dijo este-es Antonio.
Los cuatro, dejamos salir nuestra ansiedad, dando largos suspiros.
-Miren-dijo Laura- como es el destino, si no hubieran pasado por aquí, todavía no sabrían nada de él, que cosa mas rara, ahora les toca averiguar donde esta y el por qué de todo lo que hizo, incluido el rapto de su hijo.
Luego del reconocimiento de Antonio, como el marido de Andrea, nos invitaron a quedarnos a pasar unos días con ellos, con la esperanza, de que él, volviera a pasar por aquí, agradecidos, solo aceptamos el almuerzo y solicitamos las indicaciones para salir del lugar, luego visitaríamos Rosario con la esperanza de encontrarlo, Gabriel, nos propuso que nos quedáramos esa noche, para salir por la mañana, ya que en esa época, oscurecía muy temprano y así ellos tendrían con quien dialogar por un rato, aceptamos lo propuesto, mientras almorzábamos nos enfrascamos en una conversación, en donde salio a relucir aquel campo preparado para la siembra, Gabriel, explico que la idea, era de crecer económicamente, al comprar el campo nuevo, pero las políticas contrarias a la producción agropecuaria del gobierno, habían sido desastrosas para el sector, por lo que esperarían mejores tiempos para la siembra, luego, las mujeres se separaron de nosotros, para hablar de moda y cosas afines a ellas. Nosotros, salimos con el dueño de casa, al gran jardín, en donde, nos dio las explicaciones para regresar y llegar a Rosario, luego nos daría la dirección de la empresa química, donde trabaja o trabajaba Antonio, como vendedor, terminamos hablando de todo un poco, política, fútbol, pesca, trabajo, de el y nuestro, saliendo Antonio en la conversación. Entre paseos por la finca y amenas conversaciones, los seis, nos prometimos visitas mutuas, en un futuro cercano, entretenidos, llego la noche, con esta, la cena y el descanso nocturno, por la mañana, disfrutando el despertar en esa parte del valle de Calamuchita, nos despedimos de nuestros nuevos amigos, dirigiéndonos por el camino recomendado, la ruta nº s-365 por la que habíamos llegado en dirección sur. Llegando a Yacanto de Calamuchita, nos dimos cuenta que esta pequeña población, se encuentra sobre una especie de meseta, lo que permite una magnifica visión, como llegar a ver el embalse Los Molinos, hacia el noreste y al embalse del río tercero hacia el sudeste, de esto, no nos habíamos percatado, cuando la cruzamos con Don Sancho, ya que fue en las finales sombras nocturnas, dimos una pequeña recorrida por ella, visitando la antigua capilla de Nuestra Señora de la Merced , luego nos dirigimos por la ruta nº s-228 asfaltada y en buenas condiciones de transito, en dirección noreste, llegamos a los pueblitos de La Olla , Miami y Santa Mónica, hicimos unos kilómetros mas y llegamos a Santa Rosa de Calamuchita, dándonos el gusto de recorrerla, cosa que la señora naturaleza, nos lo había negado en el primer intento, esta ciudad, evoca a Santa Rosa, bajo cuya advocación se erigió la primera capilla del lugar en 1784, también es la ciudad donde nació el vocablo “ctalamochita” o “talamochita” transformado con el paso del tiempo en calamuchita, como nos había explicado nuestro aplicado guía. Esta ciudad, en sus comienzos, es cinco años más antigua que Buenos Aires, ya que su historia se remonta al año 1575, cruzada por el río Santa Rosa, el que posee excelentes playas, con muy buenos balnearios, con todas las comodidades para el disfrute de los turistas, almorzamos en uno de ellos, que ofrecía chivitos cocidos a la llama, protegidos del fresco reinante, por estar dentro de un quincho cerrado, con vista al río. Por la tarde, nos despedimos de la zona de los grandes lagos, para dirigirnos por un camino provincial que nos uniría a la ruta nacional nº 36, recorrimos esta, hasta pasar el peaje, luego ingresamos a la ruta provincial nº 6 en dirección a Río Tercero. Por la que se asomaron los pueblos de Tancacha, Grl. Fotheringham, Hernando y la entrada a la ruta nacional n º 158, que nos hizo pasar por, Luca, Arroyo Cabral e ingresar a Villa Maria, en donde decidimos hacer noche y tomarnos un descanso, por la mañana, hicimos revisar el automovil, en la estación de servicio del Automóvil Club, luego, recorrimos esta interesante ciudad, llamada así por su fundador, en homenaje a su hija Maria Luisa Ocampo de Urquiza. Recorrimos los cuatro bulevares que delinean la planta urbana; sus plazas, Centenario, Independencia y De las Americas, son especialmente atractivas. Esta ciudad, ubicada a orillas del río tercero o Ctalamochita, reviste suma importancia, como centro cultural y comercial, de una vasta zona de la provincia de Córdoba; por sus fábricas industrializadoras de leche, queserías y tambos modelos, su gran industria metalúrgica, con sus fértiles campos, especiales para la ganadería y la agricultura, almorzamos sobre la avenida Costanera y el bulevar Sarmiento, cerca del monumento al Cristo Redentor, cuando terminamos con el almuerzo, fuimos a un negocio de agroquímicos, que no cerraba al medio día, estando abierto hasta la noche, información recabada al mozo del restaurante, en el, preguntamos si conocían, a un vendedor de nombre Antonio, mostrando la fotografía, el despachante, llamo al dueño para que se hiciera cargo de la respuesta, ante nuestra pregunta, él, repreguntó.
- ¿Por qué lo buscan? Si se puede saber.
-Por supuesto- dijo Santiago- por el rapto de un menor.
El dueño, sacando una factura de una carpeta, dijo.
-Es vendedor de esta química, es de Rosario, pero hace mucho tiempo que no viene por aquí.
Le dimos las gracias, recibiendo de nuestra parte, una sonrisa de complacencia, a cambio de la factura, la que era similar a la mostrada por los amigos de Don Sancho, estábamos en el camino correcto, luego, dimos un nuevo y pequeño recorrido por la ciudad, llevando a Matías a un parque con juegos infantiles.
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